Cámara al Hombro - Escuelas naturales en Teherán
Mundo de la tecnología, niños han perdido el contacto con la naturaleza, lo que en edades avanzadas se traduce en mayores posibilidades de padecer trastornos como la depresión.
La inteligencia, la creatividad y el talento se desarrollan desde la niñez, así que hay que valorar más este periodo. Con esta visión, la Sra. Ahmadi ha puesto en marcha la escuela natural para niños en el jardín botánico de Teherán (capital persa). Su objetivo es proporcionar un ambiente en el que los niños puedan experimentar libremente, equivocarse, conocer sus verdaderas habilidades y gustos, para que puedan desarrollarse y educarse correctamente, siendo personas más eficaces e influyentes en el futuro y conseguir un desarrollo cognitivo y emocional.
Los niños que crecen en contacto con la naturaleza tienen sentimientos más positivos respecto a sí mismos y los demás. También desarrollan un fuerte sentimiento de amor y armonía con el mundo. Todo ello, les permite disminuir el impacto por el estrés, un aspecto especialmente importante en la sociedad actual.
Para los niños, la naturaleza es un parque de atracciones, una excelente medicina y un aula de aprendizaje. Es por ello que desde el año 1927, se han empezado a construir en el mundo escuelas de naturaleza para niños. En el caso de Irán se han construido hasta el momento unas 50.
En esta escuela no existe ninguna guía o enseñanza directa. Se desarrollan diferentes talleres; cada uno es una experiencia vital que permite al niño sentir y medirse a sí mismo de forma diferente a como lo hace en la ciudad. Jugar con el agua bajo las sombras que regalan los árboles hace que el niño se encuentre en un espacio abierto, con sensación de libertad, con capacidad de moverse libremente y eso es fundamental para el desarrollo de sus habilidades de movimiento, pero también un estímulo para sus neuronas y sus emociones.
Los juegos que vemos aquí podrían parecernos muy simples, pero para estos niños contienen mensajes que les enseñan habilidades, nuevas perspectivas de la vida y descubren secretos que les proporcionan experiencias únicas.
La empatía y el respeto mediante el contacto con los animales y las plantas, la alimentación de los animales, la recogida de insectos u oler una flor provocan sensaciones en el niño que, a su vez, suscitan emociones, y estas son luego importantes para construir el conocimiento, porque lo que aprendemos vinculado a las emociones se graba más en nuestra memoria y es más difícil de olvidar.
Más que un desarrollo de habilidades personales, en un ambiente como este, los niños aprenden a fortalecer habilidades sociales positivas, interactuando y compartiendo momentos y lo que tienen a sus disposición, en dependencia de las relaciones que tengan con sus padres, familiares, cuidadores y maestros. Además de compartir, el niño aprenderá también a colaborar, expresarse y otras habilidades sociales.
Los niños son aprendices activos, investigadores, y la naturaleza ofrece una experiencia sensorial completa: se puede tocar, oler, ver, oír, probar lo que siempre han visto en los videos, jugar con los colores y pintar libremente lo que tienen en la mente. Además crean novelas y situaciones imaginarias. Todo esto salva a los niños del ambiente virtual y tiene un papel eficaz en su personalidad futura.
Samaneh Kachui, Cámara al Hombro.
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