Según informó el miércoles el rotativo israelí Haaretz, en los últimos días las fuerzas sirias han arreciado sus operaciones en la región del suroeste, cerca de la frontera con Jordania y los ocupados altos del Golán sirios.
En específico, las fuerzas gubernamentales han lanzado en las recientes horas varias rondas de ataques con mortero contra las ciudades de Kafr Shams y Busra al-Harir.
Estos ataques han tenido como objetivo los puestos militares y de mando de los grupos armados, en especial de “El Ejército de Salvación”, compuesto en su mayoría por el Frente Sureño del llamado Ejército Libre de Siria (ELS) que cuenta con cerca de 25 000 miembros activos en el sur de Siria y que recibe financiamiento de varios países como EE.UU., Francia y Arabia Saudí, entre otros.
Los llamados “rebeldes” y los medios vinculados a ellos reclaman que los ataques de las fuerzas sirias violan el acuerdo de desescalada de violencia en vigor en Daraa y Al-Quneitra; no obstante, el Ejército sirio señala que los ataques de los grupos armados contra los civiles en dichas zonas ponen de relieve que estos no cumplen con el armisticio.
Tras la liberación completa de Damasco, la capital, y sus alrededores, las fuerzas sirias se centran en las ubicaciones que todavía se hallan bajo el control de los grupos armados y terroristas, en especial, en el sur del país, donde también hay un riesgo del enfrentamiento directo con el régimen de Israel, uno de los principales patrocinadores de los grupos armados en el sur de Siria.
Mientras tanto, se prevé que la provincia de Idlib (oeste) será la última zona contra la que el Ejército sirio lance ofensivas debido a la alta concentración de grupos armados y terroristas, por lo que las fuerzas sirias necesitarán de todo su poder para liberarla.
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