“La amenaza de recurrir al uso de la fuerza contra Irán constituye una violación flagrante de la Carta de las Naciones Unidas que prohíbe cualquier amenaza o uso de la fuerza contra la integridad territorial y la soberanía nacional de los Estados”, declaró el martes el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Seyed Abás Araqchi, en una carta dirigido a sus homólogos de todo el mundo.
Esas declaraciones se producen después de la reunión entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente de EE.UU., Donald Trump, en la que se abordó la posibilidad de una nueva acción militar contra Irán. Durante ese encuentro, Netanyahu expresó su preocupación por un eventual intento de Irán de reconstruir sus capacidades nucleares y su programa de misiles tras la agresión de junio, mientras que Trump advirtió que actuaría con rapidez si Teherán avanzaba en esa dirección.
En este contexto, al recordar la ofensiva militar conjunta de Estados Unidos y el régimen de Israel contra Irán en junio de 2025, Araqchi subrayó que las recientes amenazas evidencian la “mala fe manifiesta de Estados Unidos en la continuidad de una conducta ilegal y agresiva”, cuyas consecuencias y responsabilidades recaerán plenamente sobre Washington.
Además, señaló que la confesión oficial de Trump sobre la implicación directa de ese país en los ataques de junio contra ciudadanos iraníes, infraestructuras vitales y las instalaciones nucleares pacíficas de Irán, constituye un ejemplo manifiesto de una “violación grave del derecho internacional”, que conlleva la responsabilidad penal individual de los funcionarios estadounidenses implicados.
Al considerar que la amenaza formulada por el presidente estadounidense contra “un país miembro de las Naciones Unidas”, en respaldo del régimen sionista, constituye una “muestra evidente del doble rasero”, Araqchi afirmó que el apoyo incondicional de Washington al régimen de Tel Aviv “como único poseedor de armas nucleares en Asia Occidental, ha puesto seriamente en peligro la seguridad regional e internacional”.
Además, ha advertido sobre las peligrosas consecuencias del silencio frente a tales amenazas y actos “ilegales”, subrayando que la creación de un clima de impunidad ha envalentonado a Estados Unidos y al régimen israelí a “persistir en sus comportamientos agresivos”, lo que constituye una “amenaza directa para la paz y la seguridad mundiales”.
Por lo tanto, instó a la comunidad internacional a condenar de manera explícita e inequívoca esas declaraciones amenazantes.
Asimismo, reafirmó el derecho inherente e inalienable de Irán a la “legítima defensa conforme al artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”, subrayando que el país persa “no vacilará en responder de manera firme y lamentable a cualquier acto de agresión”.
La guerra de 12 días estalló el 13 de junio cuando Israel atacó instalaciones militares, nucleares y civiles en Teherán y otras ciudades, dejando alrededor de 1.100 muertos, entre ellos varios altos mandos militares y destacados científicos nucleares iraníes. A los ataques israelíes se unió, una semana después, Estados Unidos, que bombardeó tres sitios nucleares clave.
Irán respondió a la agresión lanzando cientos de misiles balísticos y drones contra objetivos estratégicos israelíes en los territorios ocupados, en el marco de la operación “Verdadera Promesa III”, así como contra la base aérea de Al-Udeid en Catar, la mayor instalación militar estadounidense en Asia Occidental.
El 24 de junio, mediante estas operaciones exitosas contra Israel y Estados Unidos, Irán logró detener el asalto ilegal e imponer un alto el fuego a los agresores.
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