El ejército israelí ha anunciado este martes que, en 2025, se habían sumado 151 soldados a su balance de muertos, incluidos 91 en zonas de conflicto, 15 por enfermedad, 21 por suicidio, 18 en accidentes de tráfico, uno por accidente con arma de fuego y cinco por otras causas (enfermedad u otras razones).
En este sentido, el analista militar en el sitio web israelí Walla, Amir Bohbot, ha subrayado que 2025 fue “un año particularmente sangriento para el ejército de Israel”, con 151 soldados muertos desde su inicio, la mayoría de ellos en zonas de combate, principalmente la Franja de Gaza.
De los 91 muertos en zonas de combate, 81 murieron durante maniobras dentro de Gaza, cinco en Cisjordania, uno en la frontera con Siria, un miembro del personal de equipos de ingeniería pesada en la frontera de Gaza, uno por el impacto de un misil iraní en Beersheba y dos durante una operación en el cruce fronterizo de Allenby entre Cisjordania ocupada y Jordania.
Además, los datos del ejército israelí han revelado que en 2025 se registraron 21 casos de suicidio entre soldados en servicio obligatorio, permanente y de reserva. 11 en servicio obligatorio, uno en servicio permanente y nueve en la reserva, según el ejército del régimen, lo que representa una tasa del 14 %.
Según los datos, “11 de los suicidas eran combatientes, 5 personales de apoyo de combate y 5 pertenecían a unidades de retaguardia”, mientras que “5 de los suicidas estaban recibiendo tratamiento médico”.
Conforme a los datos, en 2024 también se registraron 21 casos de suicidio entre los soldados israelíes, mientras que en 2022 se habían registrado 14 casos.
Tras dos años de guerra genocida en la Franja de Gaza y a la sombra de la crisis psicológica del ejército israelí, el fenómeno del suicidio también se ha extendido.
Parece que los datos publicados al respecto son solo una parte de la crisis multifacética, y el estamento militar oculta gran parte de esta crisis a la opinión pública.
El suicidio entre los soldados israelíes no solo refleja las presiones psicológicas derivadas de la prolongada guerra en Gaza, sino que también indica la ineficacia de las políticas del gabinete del premier israelí, Benjamín Netanyahu, para gestionar las crisis psicológicas y sociales.
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