A través de conversaciones telefónicas, el presidente Hasan Rohani ha enfatizado a los gobernadores de las provincias de Sistán y Baluchistán (sureste), Jorasán del Sur y Jorasán Razavi (ambas en el este), Hormozgán (sur), Kerman (suroeste), Lorestán (oeste) y Juzestán (suroeste) la necesidad de adoptar medidas necesarias y prepararse en pleno para hacer frente a las nuevas amenazas de inundaciones.
Así mismo, Rohani ha resaltado el requisito de mantener una vigilancia integral para impedir las pérdidas humanas y materiales.
El jefe del Ejecutivo persa también ha apreciado los esfuerzos hechos por el Comité de Gestión de Crisis y de todas las unidades e instituciones gubernamentales, públicas y militares por compensar a damnificados por las riadas que hasta el momento se han saldado con más de 76 muertos.
El Gobierno persa ya había enfatizado con anterioridad a estos mismos ejecutivos, a mantener “en alerta máxima” a los servicios de emergencia y equipos de rescate mientras exista el riesgo de inundaciones.
La temporada de lluvias comenzó a mediados de marzo en las provincias septentrionales del país —Golestán y Mazandarán—. Los chubascos también anegaron zonas urbanas y rurales en las provincias occidentales y suroccidentales.
Conforme ha alertado la Organización Meteorológica de Irán, mañana martes entrará una nueva precipitación a Irán desde el noroeste del país.
El Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, envió este mismo lunes una carta a Rohani, donde urgió “una actuación urgente del Gobierno” para compensar “cuanto antes” a la gente que sufrió daños materiales graves en las riadas.
El ministro iraní del Interior, Abdolreza Rahmani Fazli, estimó el domingo que los daños registrados debido a este desastre natural ascienden hasta el momento a entre 300 000 y 350 000 millones de riales iraníes (entre 1900 y 2250 millones de euros aproximadamente).
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