El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, ha advertido este martes que su país no descarta la posibilidad de romper los diálogos con la Unión Europea (UE) porque, a su juicio, hay naciones que no entienden la necesidad de un diálogo basado en el respeto bilateral y multilateral de todas las partes.
“Aquellas personas que son responsables de la política exterior en Occidente y que no comprenden la necesidad de un diálogo de respeto mutuo, tal vez deberíamos simplemente dejar de comunicarnos con ellos por un tiempo, especialmente porque (la presidenta de la Comisión Europea) Ursula von der Leyen afirma que la colaboración geopolítica con el actual Gobierno ruso no está funcionando. Que así sea si es lo que quieren”, han dicho Lavrov en el club internacional de debates Valdai.
Las declaraciones del jefe de la Diplomacia rusa se producen un día después de la decisión de la UE de imponer sanciones a Moscú en el contexto del caso de envenenamiento del líder opositor ruso Alexei Navalni.
Alemania considera que Navalni fue objeto de un ataque químico, del que responsabiliza a Rusia. La Fiscalía General de este país envió a sus homólogos alemanes al menos siete peticiones para que le entregaran el material de investigación como parte de una colaboración judicial.
Moscú señala que está realizando pesquisas antes de la apertura oficial del caso Navalni y que necesita los resultados de laboratorios y otras pruebas para abrir una causa que se pueda llevar a los tribunales.
Pero Berlín, en lugar de colaborar con Rusia, envió el material recogido en los laboratorios militares alemanes, suecos y franceses a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ).
Pese a que la OPAQ no pudo confirmar la presencia de una sustancia química prohibida en las pruebas hechas a Navalni, ayer la UE extendió las sanciones a Rusia vinculadas al caso. El canciller ruso acusa a la UE de adoptar el estilo estadounidense amenazando a los países e imponiéndoles sanciones.
El líder opositor ruso Aléxei Navalni fue ingresado en el hospital universitario de la Charité, en Berlín (capital de Alemania), donde permaneció 32 días, hasta que fue dado de alta el 22 de septiembre.
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