Aunque Estados Unidos y otras potencias mundiales se presentan hoy como principales opositores del uso de armas químicas, considerándolo como “línea roja” —tal como lo hicieron en el caso del supuesto ataque químico en Siria—, no hicieron absolutamente nada cuando el régimen de Bagdad estaba masacrando a los iraníes.
Aprovechando la impunidad que le ofreció la comunidad internacional, Saddam Husein lanzó diversos ataques químicos a gran escala contra los iraníes durante los ocho años de su invasión contra el país persa, dejando 7500 muertes por efectos directos e inmediatos, y cientos de miles de personas expuestas a material químico que hasta el día de hoy están sufriendo por las consecuencias.
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