Al menos 38 palestinos han perdido la vida y decenas más han resultados heridos en los ataques del régimen de Tel Aviv desde la mañana del domingo. Una bomba alcanza otro edificio residencial en el campo de refugiados de Nuseirat.
Parece una película de terror que se repite a cada hora en Gaza, pero a la que no se acostumbran los residentes de los barrios demolidos.
Sobre todo, las familias que ven arder sus pertenencias y sus seres queridos. En el carro que trasladan a los heridos, no hay cabida para tantos niños y se ven obligados a llevar a esta niña en el techo del vehículo.
También, en el centro de Gaza, la localidad de Deir el Balah arde en llamas provocadas los bombardeos israelíes. Una madre y sus seis hijos han perdido la vida bajo los escombros.
En Yabalia, el norte de la Franja, los ataques dejan varios heridos y muertos entre niños.
Tampoco es seguro Jan Yunis, en el sur del enclave, donde Israel ha ordenado nuevas evacuaciones. Ahí, una reportera resulta herida en los ataques. Estas matanzas no reflejan para nada una voluntad para un alto el fuego. El que Estados Unidos hable de la posibilidad parece una broma amarga.
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