EE.UU. ha impuesto este miércoles nuevas sanciones al presidente sirio, Bashar al-Asad, y a su esposa, Asma, así como a miembros del Gobierno, el Ejército y varias otras figuras, y anunciado el inicio de una “campaña sostenida de presión” contra Siria.
En reacción, el movimiento palestino ha publicado la misma jornada un comunicado, en el que ha advertido de los planes del Gobierno de EE.UU. para fragmentar y dividir Siria, y presionarla para que acepte los dictados y condiciones de Washington.
“Estas sanciones se producen en el contexto de la hostilidad estadounidense en curso hacia la nación islámica”, lamenta, antes de alertar que el objetivo final de Washington es imponer su hegemonía, así como la división y la fragmentación de los países árabes.
Ante tal coyuntura, la Yihad Islámica Palestina advierte que el ser tolerante con estos planes estadounidenses conducirá a la repetición de tales escenarios con otros países para servir a los proyectos israelí-estadounidenses.
Por su parte, Siria ha censurado las sanciones de EE.UU. y afirmado que el Gobierno estadounidense, que “asesina a sangre fría” a su gente, no puede hablar de los derechos humanos, refiriéndose así a la dura represión, protagonizada por la Administración norteamericana, de las protestas antirracistas.
La “Ley César”, aprobada en diciembre de 2019 por el Congreso y el presidente de EE.UU., Donald Trump, es la nueva versión de las medidas coercitivas de Washington contra Damasco, y se considera la más severa contra un pueblo que sufre, desde hace más de ocho años, una guerra catastrófica a todos los niveles.
Damasco ha denunciado una y otra vez las sanciones estadounidenses que buscan difundir la hambruna en el país y someter al Gobierno sirio, pero ha asegurado que estas medidas hostiles jamás lograrán romper la resistencia y la voluntad del pueblo y el Ejército sirios para salvaguardar la soberanía de su país.
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