Por: Iqbal Jassat *
En otra impactante demostración de abuso irracional de su poder, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha emitido un nuevo decreto que duplica el alcance de su prohibición de viajes, ampliando las restricciones de 19 a 39 países.
La versión actualizada de esta política desacreditada, que entra en vigor el 1 de enero, bloquea o limita el acceso a visados para millones de personas e impone amplias nuevas restricciones a quienes viajan con documentos emitidos por la Autoridad Palestina.
Para justificarla, la Casa Blanca afirmó que los países incluidos en la lista ampliada presentan “graves deficiencias en los procesos de verificación y de intercambio de información”, y que normas de entrada más estrictas son necesarias para “proteger a Estados Unidos de individuos que no podemos evaluar adecuadamente”.
Si bien su base de apoyo MAGA (Haz a EE.UU. Grande Otra Vez) ha aplaudido la nueva prohibición de viajes de Trump como una medida necesaria para consolidar el legado de su primer mandato, se trata de un acto deplorablemente racista que, una vez más, refuerza la dependencia extremadamente irracional del presidente estadounidense de una inteligencia defectuosa alimentada por el odio y los prejuicios.
Haciendo uso de sus poderes de corte dictatorial, la proclamación sitúa ahora a 39 países bajo restricciones totales o parciales.
Carente de todo sentido de justicia, esta prohibición irracional, según analistas, implica que aproximadamente una de cada cinco personas que buscan inmigrar legalmente a Estados Unidos queda impedida de hacerlo.
Los nacionales de los siguientes 17 países tienen prohibida la entrada a Estados Unidos tanto con visados de inmigrante como de no inmigrante: Afganistán, Myanmar (Birmania), Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Yemen, Burkina Faso (nuevo), Malí (nuevo), Níger (nuevo), Sudán del Sur (nuevo) y Siria (nuevo).
La proclamación también restringe por completo los viajes de palestinos que portan documentos de viaje emitidos por la Autoridad Palestina, impidiendo tanto las visitas temporales como la inmigración.
La nueva proclamación constituye la mayor expansión de restricciones de viaje desde 2017 y se extiende a regiones que hasta ahora no habían sido afectadas.
Varios países que anteriormente enfrentaban solo limitaciones parciales —incluidos Laos y Sierra Leona— ahora quedan totalmente vetados, y la nueva lista se inclina marcadamente hacia países africanos, donde funcionarios estadounidenses afirman que las lagunas en los documentos de identidad, las tasas de permanencia irregular y la cooperación en repatriación dificultan una verificación fiable.
Doce de los quince países sometidos a restricciones parciales también se encuentran en África. Entre ellos figuran Angola, Benín, Costa de Marfil, Gabón, Gambia, Malaui, Mauritania, Nigeria, Senegal, Tanzania, Zambia y Zimbabue. El resto son dos naciones caribeñas —Antigua y Barbuda, y Dominica— y Tonga, en el Pacífico Sur.
El racismo cargado de odio contra los países africanos se encarna en el uso de un lenguaje vulgar por parte de Trump. Emplear términos como “países de mierda” y “basura” para justificar sus prohibiciones de viaje es reflejo de un comportamiento despótico.
Calificar a los somalíes de “basura” constituye una declaración racista tanto como una vileza islamófoba, dado que la mayoría de los países africanos que Trump ha señalado como “del Tercer Mundo” son de mayoría musulmana.
La paranoia irracional de Trump es compartida por su administración y se hace evidente en la igualmente provocadora declaración emitida por el Departamento de Seguridad Nacional, que describió sus restricciones a la inmigración legal como “cerrar de golpe la puerta a los invasores extranjeros que han socavado nuestra seguridad nacional”.
Su obsesión con numerosos países no difiere de la de las burdas políticas del criminal de guerra israelí Benjamín Netanyahu, dirigidas contra los llamados “patrocinadores del terrorismo”.
Apuntar contra los palestinos imponiendo una prohibición a la Autoridad Palestina tendrá como resultado el aislamiento de familias que residen en Estados Unidos respecto de aquellas que buscan reunirse con ellas.
El mismo nivel de devastadora separación se aplica a las familias del resto de los países afectados por la prohibición.
Esta forma de castigo colectivo no solo es inhumana, sino también extremadamente cruel e injusta.
La dura realidad, como explica el Consejo Estadounidense de Inmigración, es que cientos de miles de personas que de otro modo cumplirían los requisitos para obtener, mantener o cambiar su estatus migratorio conforme a la legislación vigente se encuentran ahora en un limbo, al igual que sus familiares ciudadanos estadounidenses o los empleadores que podrían intentar patrocinarlos.
Que la prohibición es islamófoba resulta evidente en las declaraciones de la directora de Inteligencia Nacional de Trump, Tulsi Gabbard:
“Los islamistas y el islamismo son la mayor amenaza para la libertad, la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos y del mundo entero. Probablemente ya sea demasiado tarde para Europa —y quizá para Australia—”, escribió en X.
Al expresar su condena de la prohibición de Trump, el Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses (CAIR, por sus siglas en inglés) declaró que se trata de una política xenófoba y prejuiciosa que apunta principalmente contra comunidades negras, africanas y musulmanas, y que separa a las familias en función del origen nacional, la raza y la religión.
Ignorar o guardar silencio ante la prohibición sectaria de Trump equivale a convertir las leyes migratorias de Estados Unidos en un arma contra personas injustamente estigmatizadas como “basura”.
Debe ser denunciada como un vergonzoso acto racista destinado a sembrar división, miedo, odio, sospecha y desconfianza.
* Iqbal Jassat es miembro ejecutivo de la Media Review Network (Red de Revisión de Medios), con sede en Johannesburgo, Sudáfrica.
Texto recogido de un artículo publicado en PressTV
