En unos días, el presidente de la República italiana comenzará el proceso para desembocar en un nuevo Gobierno. Un proceso que se antoja largo, de meses, viendo la ausencia de mayorías que dejaron las elecciones.
El tiempo corre para una Italia que no puede permitirse ser actor secundario en los grandes compromisos que tendrá que afrontar Europa a corto y medio plazo. Unos compromisos que definirán la estructura del continente para la próxima década.
Por el tablero que dejaron los comicios, parece que las fuerzas euroescépticas como la Liga Norte (LN) o el Movimiento 5 Estrellas (M5S), que jugó en su día con la posibilidad de celebrar un referéndum para abandonar el euro, pueden convertirse en un quebradero de cabeza para Europa.
Y a priori, las propuestas de los partidos llamados a disputarse el Gobierno parecen inasumibles si quieren respetarse los compromisos con la UE y los mercados.
Mientras tanto en Europa se habla de dos velocidades. E Italia aspira a engancharse a la locomotora franco-alemana para no quedarse atrás.
Convirtiéndose en el segundo país europeo con más deuda pública después de Grecia, los próximos meses serán frenéticos y la formación de un nuevo Ejecutivo sigue en el aire.
Los grupos políticos están obligados a explorar alianzas si quieren sacar adelante un Gobierno sólido y fuerte que asuma las cruciales tareas para el futuro de la eurozona y el futuro de Italia.
Rubén Martínez, Roma.
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