El lunes, ocho miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes del Centro de Comando de Nínive resultaron heridos tras un atentado suicida llevado a cabo por el grupo terrorista Daesh en el sur de Mosul, capital de la provincia de Nínive.
Tras el asalto, las fuerzas iraquíes lanzaron una operación de búsqueda en zonas montañosas del suroeste de Nínive y lograron detectar varios túneles pertenecientes a los terroristas de Daesh.
Luego de feroces enfrentamientos entre las tropas iraquíes y los elementos takfiríes, un miembro de Daesh murió y otro detonó su cinturón explosivo dentro de uno de los túneles, lo que causó heridas a varios militares iraquíes.
En respuesta, la Fuerza Aérea del Ejército Iraquí atacó las posiciones de los terroristas en Nínive, de modo que sus aviones de combate consiguieron destruir por completo los escondites de Daesh, tal y como anunció el portal local Baghdad Today.
A pesar de que Bagdad declaró en diciembre de 2017 la victoria sobre Daesh, los remanentes de esta agrupación se han convertido en células durmientes que han puesto en peligro la seguridad del territorio iraquí, con atentados y ataques selectivos.
Ante tal situación, el Ejército y las fuerzas populares de Irak han llevado a cabo, durante los últimos meses, operaciones antiterroristas a gran escala en diferentes partes del país.
En el marco de sus medidas para erradicar el terrorismo en su suelo, el Gobierno iraquí informó a finales del pasado marzo que está levantando un muro de hormigón en su frontera con Siria para frenar la infiltración de terroristas de Daesh en su territorio. El primer segmento de la valla, de unos 10 kilómetros de largo y 3,5 metros de altura, ha sido erigido en el distrito de Sinyar, en la provincia de Nínive.
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