Publicada: domingo, 23 de noviembre de 2025 7:46

El primer día de Azar, que cae el 22 de noviembre, ha sido marcado en el calendario nacional de Irán como el Día del Plomo y el Zinc, un recordatorio de lo central que se ha vuelto esta industria y de lo estrechamente vinculada que está a las ambiciones económicas del país.

El plomo y el zinc se cuentan entre los metales estratégicos del mundo. El zinc alimenta la construcción, la producción automotriz, las nuevas tecnologías energéticas y el equipo médico. El plomo sigue siendo indispensable para baterías, cables y sistemas electrónicos.

La industria del plomo y el zinc de Irán se ha convertido en uno de los ejemplos más reveladores del país de cómo un negocio de recursos puede crear valor cuando la tecnología, la geología y la inversión privada se alinean.

Irán posee una vasta riqueza mineral con reservas probadas de aproximadamente 29 mil millones de toneladas y reservas probables casi el doble de grandes. Más llamativo que el volumen es la variedad: más de 64 tipos de minerales dan al país una base diversa que pocos competidores en la región pueden igualar.

Dentro de ese panorama, el plomo y el zinc destacan. Alrededor del 9–10 % de las reservas identificadas globales de estos metales se encuentran en Irán, situando al país justo detrás de China, Kazajistán e India en la tabla asiática de dotación geológica.

La fortaleza operativa de la industria se ha construido a lo largo de seis décadas. La minería de plomo y zinc comenzó en la década de 1960, pero la transformación ocurrió cuando especialistas nacionales, trabajando en gran medida en el sector privado, cambiaron el modelo de negocio, alejándolo de la simple extracción de mineral.

Su objetivo ha sido reducir la dependencia de las ventas de minerales en bruto y construir una cadena de valor capaz de captar más ingresos dentro del país. Este cambio no ocurrió de la noche a la mañana.

En años anteriores, los productores tenían dificultades incluso para vender concentrado con una ley del 50 % de zinc. El giro es visible hoy tanto en la escala de producción como en el desempeño exportador.

Irán es ahora el sexto mayor productor de zinc y el quinto mayor productor de plomo en Asia. Más importante aún para una economía necesitada de divisas, alrededor del 80% de la producción del sector se exporta a 15 países.

El potencial anual de exportación se estima en alrededor de 2 mil millones de dólares, un giro dramático respecto a los años en que las existencias sin vender eran una gran preocupación. Solo alrededor de una quinta parte de la producción se consume internamente, lo que refleja el papel del sector como generador de divisas fuertes.

La mina y el complejo de procesamiento de Angouran, en la provincia de Zanyán, ilustran cómo se han logrado estos avances. Como una de las mayores operaciones de plomo y zinc de Asia Occidental, suministra aproximadamente el 30% de la materia prima nacional.

Otro 10% proviene de otras fuentes iraníes; el resto se importa para garantizar una producción estable.

La disposición a mezclar insumos nacionales y extranjeros demuestra un pragmatismo comercial que ha ayudado a sostener fundiciones y plantas de procesamiento, incluso cuando la ley del mineral local fluctúa.

La tecnología ha sido otro motor del rendimiento. No hace mucho, el mineral con un contenido metálico del 14–15% se desechaba como residuo. Ahora, los refinadores extraen metal de material con menos del 1% de contenido.

Esta mejora en las tasas de recuperación marca un avance significativo en la eficiencia del capital. También cambia la economía del sector. A medida que se recupera más metal del mismo volumen de roca, los productores pueden aumentar la producción sin costos mineros proporcionalmente mayores.

Estos avances son importantes para un país que aspira a convertir su riqueza mineral en una base industrial confiable, en lugar de un ciclo volátil de productos básicos.

La huella de empleo es igualmente notable. Aproximadamente 15 000 personas trabajan directamente en la industria del plomo y el zinc. Los empleos indirectos, incluidos el transporte, la ingeniería, el suministro de equipos y la logística, multiplican la cifra varias veces.

Para las regiones alrededor de Zanyan y otros centros mineros, esta industria se ha convertido en una fuerza estabilizadora, proporcionando salarios previsibles en lugares donde la creación de empleo puede ser lenta.

La actividad aguas abajo también se ha profundizado. Productos como el sulfato de zinc para la agricultura y el óxido de zinc para la industria farmacéutica son suministrados completamente por productores nacionales.

Estas industrias ya no dependen de intermediarios importados, aunque la naturaleza especializada de estos compuestos hace difícil su exportación.

Aun así, la existencia de una cadena de suministro doméstica completa marca un salto técnico para Irán, permitiendo que los fabricantes locales operen con insumos más baratos y un suministro más estable.

Las prácticas medioambientales también han cambiado. Los residuos, antes considerados restos sin valor que contenían níquel, cobalto y cadmio, ahora se procesan para extraer esos metales.

La capacidad de convertir desechos industriales en material comercializable reduce tanto los costos de eliminación como respalda el desarrollo de una industria más ecológica.

Para un sector a menudo criticado globalmente por sus grandes huellas ambientales, estos sistemas de recuperación demuestran cómo las soluciones de ingeniería pueden inclinar el equilibrio hacia operaciones más sostenibles.

La realidad geológica de que el plomo y el zinc suelen encontrarse juntos ha reforzado la integración. Aproximadamente el 70 % de los yacimientos contienen ambos.

La mayoría de las minas de zinc son subterráneas, representando alrededor del 80 % de las operaciones; el 10 % son a cielo abierto y el resto una combinación. Esta estructura permite a los productores planificar la extracción a largo plazo mientras limitan la alteración del terreno.

También respalda un suministro estable de materia prima para las plantas de procesamiento, que dependen de un abastecimiento predecible para mantener los compromisos de exportación.

La importancia global de estos metales añade peso al progreso de Irán. El zinc es el cuarto metal más utilizado en el mundo, esencial para la construcción, los automóviles, los componentes de energías renovables y los instrumentos médicos. El plomo es el sexto más utilizado, central para baterías, cables y electrónica.

Estos usos tienen profundas raíces históricas. Las aleaciones de zinc se remontan a siete milenios; el plomo se ha utilizado durante más de 5000 años, pero sus aplicaciones modernas los sitúan en el corazón de las cadenas de suministro industriales y de tecnologías verdes.

La capacidad de Irán para abastecer estos mercados da al país influencia en un sector donde la demanda tiende a seguir el crecimiento económico a largo plazo, más que los ciclos de corto plazo.

Décadas de experiencia acumulada, una inversión privada persistente y una sólida base geológica han reposicionado a Irán como una fuerza significativa en el mercado regional y global del plomo y el zinc.

La capacidad de la industria para convertir antiguos residuos en metales rentables, alcanzar un suministro doméstico casi completo en varios productos aguas abajo, sostener un amplio superávit exportador y operar con estándares internacionales de calidad ha creado una plataforma de poder industrial que continúa expandiéndose.

Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.