Orbán ha hecho estas declaraciones este viernes durante una entrevista en el programa radial Buenos días, Hungría, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, había presentado el miércoles un paquete de “tremendas” sanciones contra ambas firmas —las primeras desde el inicio de su mandato. La medida ha afectado directamente a Hungría, un país altamente dependiente del suministro energético ruso.
Aliado de larga data de Trump, Orbán se ha mostrado desafiante al declarar que “la batalla aún no ha terminado” y ha asegurado que su gobierno ha encontrado vías para esquivar las restricciones estadounidenses.
“He comenzado la semana consultando varias veces con los directivos de la empresa energética MOL y hemos estado analizando cómo sortear estas sanciones”, ha añadido.
El líder húngaro ha defendido su postura alegando que “quien haya deseado mantener los precios bajos de la energía debe haber defendido el derecho de Hungría a comprar petróleo y gas a Rusia”.
Según Budapest, su dependencia energética del Kremlin ha sido consecuencia de su condición de país sin salida al mar, mientras la mayoría de los Estados europeos han reducido sus importaciones desde la invasión rusa de Ucrania en 2022.
Por su parte, Croacia ha insistido en que, a través del oleoducto Adriático, ha podido abastecer tanto a Hungría como a Eslovaquia, ofreciendo una alternativa al suministro ruso.
Desde el inicio del conflicto en Ucrania, en febrero de 2022, Washington ha sancionado a más de 6.000 personas y entidades vinculadas con la maquinaria bélica rusa. Rosneft, empresa estatal, ha producido cerca del 6 % del crudo mundial y casi la mitad del de Rusia, mientras que junto con Lukoil ha exportado unos 3,1 millones de barriles diarios.
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