Publicada: miércoles, 22 de octubre de 2025 5:25

Las autoridades en Gaza han confirmado que las fuerzas de ocupación israelíes robaron partes del cuerpo de palestinos martirizados durante la guerra genocida de dos años contra el territorio sitiado.

Por: Maryam Qarehgozlou

Tras la reciente devolución por parte de Israel de 120 cuerpos mutilados de palestinos secuestrados, como parte del alto el fuego que entró en vigor el 10 de octubre, los exámenes médicos revelaron que las fuerzas ocupantes habían extraído órganos de varios mártires, incluidos córneas, riñones e hígados.

Según la Oficina de Medios de Gaza, los cuerpos llegaron en condiciones deplorables: muchos vendados, atados, colgados, disparados a quemarropa o con signos de tortura prolongada que condujo a la muerte.

Algunos fueron devueltos sin cabeza, extremidades u órganos internos, mientras que otros estaban derretidos o irreconocibles.

Los equipos forenses en Gaza también documentaron huellas evidentes de cadenas de tanques en varios de los cuerpos devueltos, lo que sugiere que algunas víctimas fueron aplastadas por vehículos militares.

El Dr. Ismail al-Thawabta, director general de la Oficina de Medios, afirmó en una transmisión en vivo el viernes que estos hallazgos indican con fuerza una práctica sistemática de extracción de órganos por parte de las fuerzas de ocupación israelíes, crímenes que deben ser documentados y presentados ante tribunales internacionales.

“Estos cuerpos llegaron en condiciones extremadamente precarias y angustiosas. La ocupación israelí ejecutó a muchos de ellos a sangre fría. Un gran número fue encontrado con los ojos vendados, manos y pies atados, y otros presentaban señales de ahorcamiento o disparos a corta distancia”, declaró Al-Thawabta.

“También encontramos cuerpos con evidentes signos de tortura severa hasta la muerte”, aseveró.

Añadió que la Oficina de Medios de Gaza responsabiliza al ejército israelí por el robo de órganos de los mártires, y exigió una investigación internacional sobre la “tortura, mutilación y sustracción de órganos” perpetrada por el régimen.

El funcionario agregó que las autoridades israelíes se negaron a proporcionar los nombres de las víctimas, lo que dificulta enormemente la identificación por parte de los equipos forenses de Gaza.

Tras la liberación de los cuerpos, familiares de palestinos desaparecidos acudieron apresuradamente a los hospitales —especialmente al Hospital Nasser en el sur de Gaza— con la esperanza de reconocer a sus seres queridos.

Sin embargo, muchos siguen sin ser identificados y deberán ser enterrados de forma anónima.

“El sistema de salud en Gaza está casi colapsado por completo. Carecemos del equipo necesario para pruebas de ADN y análisis forenses. Algunas familias solo pudieron identificar a sus seres queridos por pertenencias personales o ropa. Si no podemos identificar al resto, nos veremos forzados, con tristeza, a documentarlos y enterrarlos de manera anónima para preservar la dignidad humana”, puntualizó Al-Thawabta.

Según datos de la Oficina de Medios, alrededor de 9,500 palestinos permanecen desaparecidos, la mayoría atrapados bajo los escombros de edificios destruidos.

“Familias enteras —padre, madre, hijos— llevan casi dos años enterradas”, dijo Al-Thawabta, señalando que la destrucción por parte de Israel de la maquinaria pesada, bulldozers y excavadoras en Gaza ha hecho casi imposible las operaciones de rescate.

“Incluso ahora, pese al alto el fuego, todos los pasos fronterizos permanecen cerrados, e Israel bloquea la entrada de maquinaria de rescate. Esto es una catástrofe humanitaria sin precedentes en la historia moderna: más de 3,000 familias completamente aniquiladas y otras 6000 asesinadas con un solo sobreviviente”, añadió.

 

Dos años después de que Israel iniciara su guerra genocida contra Gaza el 7 de octubre de 2023, el territorio yace en ruinas, su pueblo atrapado entre la devastación y la inanición. Más de 76 000 palestinos, incluidos más de 20 000 niños y 12 500 mujeres, han sido asesinados o permanecen desaparecidos.

Israel ha lanzado más de 200 000 toneladas de explosivos —equivalentes a trece bombas de Hiroshima— destruyendo el 95 % de las escuelas, 38 hospitales, 96 centros de salud y casi 270 000 viviendas.

Las tierras agrícolas y las pesquerías también han sido arrasadas por completo, empujando a 650 000 niños hacia la desnutrición severa y dejando a medio millón de personas en condiciones similares a la hambruna.

Millones de palestinos han sido desplazados, muchos en múltiples ocasiones, mientras Israel continúa con reubicaciones forzadas bajo el pretexto de “evacuación”.

Una historia del robo de órganos por parte de Israel

Las revelaciones sobre la extracción de órganos de palestinos secuestrados y víctimas de guerra por parte de Israel para ser utilizados en el comercio internacional de órganos han persistido durante décadas.

Estos hallazgos trascienden el contexto bélico, sugiriendo una perturbadora mercantilización de los cuerpos palestinos incluso en tiempos de relativa calma, lo que subraya aún más el patrón de flagrantes violaciones de derechos.

Parte del trasfondo se encuentra en factores religiosos y culturales: algunas comunidades judías ortodoxas rechazan la donación de órganos, pues consideran que una persona con muerte cerebral sigue viva, según expertos.

Como resultado, las tasas de donación de órganos en los territorios ocupados por Israel se mantienen bajas. Mientras que aproximadamente el 30 % de la población en países occidentales porta tarjetas de donantes de órganos, la cifra en Israel ronda el 14 %, una disparidad que, según activistas, ha alimentado la obtención poco ética de órganos de palestinos.

En 1996, el rabino Yitzhak Ginsburgh, líder influyente dentro de la organización terrorista sionista Jabad-Lubavitch, pronunció declaraciones controvertidas, alegando que el robo de órganos de no judíos podría justificarse con base en que las vidas judías poseen un valor religioso superior.

“Si un judío necesita un hígado”, preguntó, “¿se puede tomar el hígado de un no judío inocente que pase por ahí para salvarlo? Probablemente la Torá lo permitiría. La vida judía tiene un valor infinito. Hay algo infinitamente más santo y único en la vida judía que en la vida no judía”, apostilló.

Los primeros reportes significativos sobre el tráfico de órganos vinculados a Israel surgieron durante la Primera Intifada Palestina a finales de los años 80 y principios de los 90.

En 1990, el Dr. Hatem Abu Ghazaleh, exfuncionario de salud en Cisjordania ocupada, declaró que durante la primera Intifada “se extrajeron órganos, especialmente ojos y riñones, de los cuerpos durante el primer año o año y medio.”

Más evidencia emergió en 2009 cuando el periodista sueco Donald Boström publicó una investigación en el periódico sueco Aftonbladet titulada “Nuestros hijos son saqueados de sus órganos” (original en sueco: Våra söner blir plundrade på sina organ).

El informe detallaba testimonios de familias palestinas en Cisjordania y Gaza que afirmaban que sus hijos habían sido secuestrados, retenidos en secreto, autopsiados y devueltos con incisiones corporales importantes que indicaban el robo de órganos.

Un caso citado fue el de Bilal Achmed Ghanan, un joven lanzador de piedras palestino que fue disparado, secuestrado por el régimen israelí y devuelto muerto cinco días después con una incisión que iba desde el abdomen hasta el mentón. Los familiares declararon: “Nuestros hijos son usados como donantes involuntarios de órganos”.

Boström vinculó estos relatos a una red más amplia de tráfico ilegal de órganos en la que Israel había estado implicado.

Mencionó el arresto en 2009 de Levy Izhak Rosenbaum en Nueva Jersey, quien admitió operar una red a gran escala dedicada a la compra y venta de riñones humanos.

Boström también destacó las críticas hacia las autoridades médicas israelíes por hacer la vista gorda ante estos crímenes y por no responsabilizar a los perpetradores.

 

Según el informe, el sistema de trasplantes de Israel ha estado durante mucho tiempo realizando o apoyando trasplantes ilegales con órganos obtenidos de “donantes” extranjeros o coaccionados.

Posteriormente, Israel mismo admitió que su Instituto Forense Abu Kabir extraía sistemáticamente órganos —incluyendo córneas, piel, huesos y válvulas cardíacas— de cuerpos sin el consentimiento de las familias durante la década de los 90.

Esta admisión surgió tras la publicación de una entrevista con el Dr. Jehuda Hiss, entonces director del instituto.

En una entrevista de julio de 2000 con la académica estadounidense Nancy Scheper-Hughes, Hiss confesó que el instituto estaba tomando en secreto piel, huesos, válvulas cardíacas, córneas y otros materiales humanos de cuerpos de palestinos y trabajadores extranjeros durante las autopsias.

“Todo se hacía de manera altamente informal. No se solicitaba permiso a las familias”, afirmó, describiendo cómo los patólogos pegaban los párpados para ocultar las córneas faltantes.

Aunque el ejército israelí confirmó la práctica, afirmó que había “terminado hace una década.”

A pesar de la evidencia clara de robo de órganos, Hiss nunca fue procesado y continuó trabajando en el instituto, reflejando el patrón de impunidad de Israel en casos de abusos contra palestinos.

En su libro de 2002 Over Their Dead Bodies (Sobre sus cuerpos muertos), la médica israelí Meira Weiss detalló la extracción sistemática de órganos de palestinos fallecidos entre 1996 y 2002 para uso en investigaciones médicas en universidades israelíes y trasplantes.

Una investigación de CNN en 2008 identificó a Israel como uno de los mayores centros mundiales del comercio ilegal de órganos humanos.

En 2014, un reportaje de la televisión israelí presentó confesiones de altos funcionarios que admitieron que la piel de cuerpos de palestinos fallecidos y trabajadores africanos se había usado para tratar a víctimas de quemaduras israelíes.

El director del Banco de Piel de Israel reveló que la reserva del régimen ocupante de “piel humana” había alcanzado una cantidad extraordinaria de 17 metros cuadrados —desproporcionadamente grande para su población.

Israel también ha sido objeto de críticas desde hace mucho tiempo por ser un destino para el turismo de trasplantes de órganos.

Un informe del Parlamento Europeo de 2015 titulado Tráfico de órganos humanos mencionó a Israel como un importador y consumidor clave en este comercio y señaló su negativa a firmar la Declaración de Estambul de 2008, destinada a combatir el tráfico de órganos.

La Cuarta Convención de Ginebra de 1949, que Israel no ha ratificado, exige a los combatientes respetar la dignidad de los muertos, incluyendo la prevención del saqueo, mutilación o cualquier trato irrespetuoso a sus cuerpos.

Reavivadas preocupaciones sobre el robo de órganos por parte de Israel

El Monitor Euromediterráneo de Derechos Humanos (Euro-Med), una organización de derechos humanos con sede en Ginebra, lanzó alertas en noviembre de 2023 — apenas un mes después del inicio de la guerra genocida de Israel en Gaza — sobre el “robo de órganos” por parte de las fuerzas israelíes a cadáveres palestinos.

Esto siguió a informes de profesionales médicos en Gaza que examinaron algunos cuerpos tras ser entregados por Israel.

El grupo afirmó haber documentado la confiscación por parte de las fuerzas israelíes de decenas de cadáveres en los hospitales Al-Shifa e Indonesio en el norte de Gaza, así como en otros centros en el sur.

Los profesionales médicos que examinaron los cuerpos devueltos encontraron faltantes hígados, riñones, corazones, cócleas y córneas — hallazgos que la organización calificó como “evidencia” de robo de órganos.

Euro-Med hizo un llamado a una investigación internacional independiente sobre el asunto, afirmando que Israel sigue siendo uno de los “mayores centros mundiales para el comercio ilegal de órganos humanos bajo el pretexto de ‘disuasión de seguridad’”.

Informes adicionales señalaron que las búsquedas en Google relacionadas con trasplantes de órganos en hospitales de territorios ocupados por Israel aumentaron abruptamente en Estados Unidos tras el inicio de la guerra genocida el 7 de octubre de 2023.

Datos de Google Trends mostraron que las búsquedas de términos como “riñón en Israel” y de hospitales como Sheba Medical Center, Soroka Medical Center y Rambam Health Campus aumentaron de un índice 0 a 100 en ese mes, mientras que hospitales sin unidades de trasplantes, como Lis Maternity y Assuta Hospital, no mostraron incremento.

Grupos de derechos humanos sostienen que las autoridades de Tel Aviv deben ser investigadas y procesadas por crímenes de guerra adicionales y crímenes de lesa humanidad, incluido el robo de órganos.

La Corte Penal Internacional (CPI) tiene jurisdicción sobre tales crímenes. Aunque Israel no es parte de la CPI, la membresía de Palestina podría proporcionar la base legal necesaria para iniciar procesos.

Los informes recurrentes de profanación, mutilación y robo de órganos no solo suscitan graves preocupaciones humanitarias, sino que también subrayan lo que activistas denuncian como la persistente falta de responsabilidad de Israel en la tragedia continua de Gaza.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.