Por: Sheida Eslami *
Sin embargo, al examinarlo con mayor detenimiento, el texto refuerza sutilmente una narrativa estructural de hostilidad hacia la República Islámica de Irán y su principal cadena internacional de noticias, Press TV.
Desde el inicio, el tono del artículo está marcado por expresiones cargadas como “régimen iraní”, “propaganda estatal” y “influencia organizada”. Pero lo más significativo es el mensaje implícito que tales términos transmiten: la construcción de un “otro peligroso” —una entidad retratada como una amenaza que debe ser contenida, restringida o vigilada.
Desde el enfoque del Análisis Crítico del Discurso, cuando un medio como Der Standard emplea frases como “cada manifestación en apoyo de los derechos palestinos es documentada en las transmisiones de Press TV”, o menciones a su “vínculo con el régimen iraní”, y comparaciones con “los conocidos patrones de propaganda rusa en el extranjero”, no está simplemente informando sobre las actividades de Press TV en Austria.
Está, en realidad, construyendo un discurso que encuadra a la cadena dentro de una narrativa más amplia de sospecha, alineamiento ideológico y amenaza geopolítica.
Al dirigir la atención del lector hacia conceptos asociados —como los ya mencionados—, el artículo actúa de forma indirecta como una advertencia institucional. Este tipo de retórica eleva el sentido del texto de una mera descripción a una señal de alerta estructural: se sugiere que esta cadena opera en territorio austríaco, y que su presencia debe ser objeto de escrutinio.
En una sociedad donde la política mediática gira en torno a autoridades regulatorias e instituciones de supervisión, esta alusión constituye algo más que información: es una insinuación dirigida hacia mecanismos de censura y control.
En el lenguaje mediático europeo actual, la simple afirmación de que un medio de comunicación no occidental está “activo” en algún lugar conlleva un subtexto de seguridad: “Está activo, así que cuidado”.
De hecho, al emplear ese tono, Der Standard activa suavemente el campo de la vigilancia. Se trata del mismo mecanismo de larga data que, tras los acontecimientos de 2016 y las crisis de seguridad en Europa, tomó forma en los medios como la “política de transparencia de fuentes”: una política que, bajo la apariencia de proteger la integridad de la información, se ha convertido en una herramienta para filtrar medios con narrativas alternativas.
Desde su creación, Press TV ha cuestionado y desmantelado la narrativa dominante de Occidente en la región de Asia Occidental. Mediante entrevistas, documentales y una presencia activa en el terreno, la cadena ha desplazado el lenguaje de la política internacional de una perspectiva vertical (“de arriba hacia abajo”) hacia una experiencia vivida (“de abajo hacia arriba”).
Para las instituciones mediáticas occidentales, ese desplazamiento es, en sí mismo, percibido como una amenaza. Desde la óptica de los editores europeos, un periodista de Press TV en Viena no es simplemente un observador de los hechos, sino portador de un “tercer ojo”: un ojo que contempla a Europa desde la lente del Sur Global. En un ecosistema mediático habituado a monopolizar el acto de describir, tal presencia se percibe como una desviación de la norma.
Es en este contexto que una frase aparentemente neutra como “Press TV opera en Austria” cumple una función que va mucho más allá de informar. Dentro del discurso mediático europeo, dicha oración se convierte en una advertencia velada, un signo con un significado preciso para determinados sectores del aparato burocrático y de seguridad: “Un actor mediático no europeo está presente en nuestro territorio”.
Dicho de otro modo, el artículo de Der Standard es menos un informe periodístico y más un componente del sistema de alertas cruzadas de Occidente frente a los medios alternativos: un intento deliberado de construir un consenso securitario en torno al discurso de la censura legítima.
Cuando el periódico afirma esto, parece que informa —pero, en realidad, está actualizando líneas de una “lista de observación mediática”.
Press TV anniversary: 17 years of being the voice of the voiceless.
— Press TV 🔻 (@PressTV) July 2, 2024
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¿De dónde surge esta hostilidad?
Press TV ha transformado el ámbito informativo en un espacio más ético, orientado a las preguntas y centrado en el Sur Global.
Desde la histórica operación Tormenta de Al-Aqsa hasta el genocidio israelí-estadounidense en Gaza; desde la guerra orquestada por Occidente contra Yemen hasta la agresión del régimen sionista contra el Líbano; pasando por tribunales internacionales y casos de islamofobia en Europa —esta cadena ha ofrecido un conjunto de narrativas que han desplazado el equilibrio del poder semántico en favor de los pueblos comunes, los silenciados y los oprimidos.
Occidente no puede sentirse cómodo con un lenguaje que brota desde el sufrimiento histórico del mundo no occidental.
Por ello, la confrontación con Press TV ha dejado de ser una mera disputa mediática para convertirse en parte de un nuevo orden semántico de resistencia frente a la centralidad de la narrativa occidental —un orden que el periodismo tradicional europeo aún no encuentra el lenguaje para aceptar.
La hostilidad hacia Press TV no se trata de competencia profesional, sino de un intento por preservar el poder de supervisión sobre el sentido mismo.
Desde esta perspectiva, la aparentemente simple frase del artículo de Der Standard sobre la presencia de Press TV en Austria no es una noticia, sino una silenciosa directiva impulsada por el miedo, dirigida al aparato censor y regulador de Europa.
Una directiva que dice: “Otro ojo ha ingresado en nuestro campo visual —un medio que nada contra la corriente de apoyo a las políticas israelíes. Precaución”.
* Sheida Islami es escritora, poeta, asesora en medios de comunicación y crítica cultural radicada en Teherán.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.