• Cataluña y España intentan encauzar diálogo con muchos obstáculos
Publicada: viernes, 28 de diciembre de 2018 15:18
Actualizada: viernes, 28 de diciembre de 2018 20:24

2018 ha supuesto la recuperación de la autonomía catalana, aunque ha dejado más represión del Estado.

A pesar de tener a sus líderes en prisión, el soberanismo facilitó el cambio de Gobierno en España y apostó por el diálogo, aún sin resultado.

El arranque de la nueva legislatura en Cataluña estuvo marcado por la existencia de presos políticos y la aplicación del 155. Tras la mayoría absoluta independentista revalidada en las urnas, las injerencias judiciales impidieron la investidura de Carles Puigdemont desde Bruselas.

La persecución judicial dejó más exilios y vetó hasta tres nombres como presidentes. Además del de Puigdemont, también el de Jordi Sánchez, en prisión, y Jordi Turull, encarcelado durante el debate de su investidura.

En medio de tiranteces internas dentro del independentismo, Puigdemont, también detenido y dejado en libertad en Alemania, propuso finalmente a Quim Torra como presidente.

La toma de posesión de Torra comportó la recuperación de la autonomía y abrió una etapa de diálogo ante la llegada al Gobierno de España de Pedro Sánchez, apoyada por los independentistas.

El auge de la extrema derecha en España, no obstante, ha radicalizado el discurso los últimos meses tanto de Ciudadanos como del Partido Popular (PP), atizando la suspensión indefinida del autogobierno catalán.

El independentismo ha mantenido su frágil unidad en el apoyo a los presos y en la denuncia de vulneración de derechos y contra la Monarquía, pero ha perdido su mayoría en el Parlamento por sus estrategias divergentes para alcanzar la independencia.

Durante 2018 también se ha celebrado el primer aniversario del referéndum del 1 de octubre y se ha vivido una huelga de hambre de los presos políticos. Tras meses de cierto relajamiento, el final de año ha traído una escalada de la tensión por provocaciones y acciones más contundentes en ambos lados, lo que deja un ambiente caldeado previo al juicio contra los dirigentes independentistas del próximo año.

Oriol Puig, Barcelona.

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