Opiniones divididas: unos se “revolucionan a la distancia”, lacayos del imperialismo que piden aventuras bélicas contra Cuba. Otros, con mente más clara, identifican el bloqueo estadounidense como lo que asfixia a Cuba.
En Estados Unidos, republicanos así como demócratas se sacan la careta: ignoran a la comunidad mundial y su voto contra el embargo. En casa propia, no pueden solucionar el terrorismo neonazi de insurgentes y traidores; tampoco pueden terminar la inmunidad de los actos brutales de la Policía, ni el tráfico de armas; pero desde ya, legisladores y burócratas están ocupados en “extender” la democracia hacia Cuba, aunque sea a punta de balas y misiles, como en Irak, Afganistán y otros.
Cuando la Policía de Colombia viola, tortura y masacra a manifestantes y activistas nadie exige las intervenciones militares estadounidenses; cuando en Brasil hacen desaparecer forzadamente a líderes originarios indígenas, nadie pide la intervención militar de Estados Unidos; cuando el régimen de Tel Aviv bombardea escuelas y hospitales palestinos, nadie pide botas estadounidenses en la zona.
Sin embargo, las cuestiones de conveniencia van cambiando las narrativas. Y tal es el caso de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Haití o Bolivia.
Rosa María Paya es supuesta disidente cubana y propietaria de la ONG Fundación para la Democracia Panamericana basada en Miami. En los últimos meses Paya, aparte de recibir cuantiosas ganancias, se dedicó a un “tour” sacándose fotos con dictadorzuelas de Bolivia, nazis, insurrectos y otros violadores de derechos humanos que también persiguen las políticas imperialistas en contra de América Latina. El resultado es evidente: un pseudo alzamiento en Cuba, auspiciado y coordinado desde Miami.
Marcelo Sánchez, Miami.
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