El SARS-CoV-2 sigue propagándose en Estados Unidos. El peligro de contagiarse con el coronavirus mortal está en todos los sitios, sobre todo, en las cárceles.
En la cárcel del condado de Cook en Chicago, se encuentran 4500 personas, más de 300 reclusos y 213 miembros del personal penitenciario se han contagiado. En todas las prisiones del país hay 1300 positivos y 32 decesos.
Las medidas adoptadas no han evitado un vertiginoso ritmo de infección entre una población en la que el distanciamiento social es prácticamente imposible y el acceso al agua y al jabón no está garantizado.
Fuera de las cárceles, hay unos 560 000 casos y más de 22 000 muertes. Las autoridades sanitarias creen que el pico de la pandemia está cerca.
Las terroríficas cifras están muy lejos para que la Casa Blanca pueda reabrir la economía por completo el 1 de mayo, como lo propuso. Las autoridades hablan de una reapertura gradual.
Aun así, expertos advierten que la Administración de Donald Trump no debe apresurarse para reactivar la economía, porque las consecuencias serían devastadoras.
La reactivación de economía no solo depende del presidente de EE.UU., Donald Trump. Los gobernadores de cada estado son los que en última instancia deben decidir si los estadounidenses dejan sus casas y vuelven a trabajar.
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