• El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, asiste a una reunión celebrada en la sede de este ente en Washington, 19 de diciembre de 2019. (Foto: AFP)
Publicada: sábado, 28 de diciembre de 2019 8:28
Actualizada: sábado, 28 de diciembre de 2019 9:49

Pompeo, exjefe de la CIA, intenta justificar las torturas que los agentes de este ente ponen en práctica al objetar una película hollywoodense que las cuestiona.

El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, echando mano de su cuenta de Twitter este sábado salió en defensa de los agentes de inteligencia de su país que a menudo son acusados de practicar torturas contra personas que se encuentran bajo su custodia en las instalaciones de las agencias estadounidenses situadas tanto en el interior como en el exterior de sus fronteras.

El exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. entre los años 2017 y 2018, en su mensaje publicado pone en tela de juicio la película recién estrenada The Report recordando que los funcionarios de este órgano desempeñan sus labores en aras de velar por la seguridad de su país.

El largometraje, protagonizado por Adam Driver y Annette Bening, cuenta la historia de la pesquisa que condujo al informe de los brutales métodos usados por la CIA del Comité de Inteligencia del Senado de EE.UU., publicado en 2014.

 

Los protagonistas del filme investigan el uso de la tortura por parte de los agentes de la CIA después del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 a Nueva York y la sede del Departamento de Defensa (el Pentágono) en Washington, entre otros lugares.

Para ser claros: los malos no son nuestros agentes de inteligencia. Los malos son los terroristas. A mis antiguos colegas y a todos los patriotas de @CIA que nos han mantenido a salvo desde el 11 de septiembre: Estados Unidos lo apoya, lo defiende y lo respalda. Yo también”, ha escrito Pompeo en su tuit.

Desde aquel fatídico día en el que el territorio estadounidense volviera a sufrir por segunda vez en su historia un ataque dentro de sus fronteras — el primero de ellos fue cuando los japoneses bombardearon el 7 de diciembre de 1941 a la flota estadounidense en el puerto de Pearl Harbor, en las islas Hawái, provocando la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial— los norteamericanos no han cesado en su búsqueda de detener a los miembros del grupo terrorista Al-Qaeda, implicados en los ataques 11-S en cualquier rincón del mundo.

Con el pretexto de querer capturar al principal líder intelectual y financiero de esta banda terrorista, Osama bin Laden, el entonces presidente de EE.UU., George W. Bush, ordenó el despliegue de sus tropas en Afganistán unos meses después de los ataques.

 

Desde entonces que ya van más de 18 años, la CIA, en complicidad con otras agencias gubernamentales estadounidenses o europeas, ha cometido flagrantes violaciones de derechos humanos sobre todas aquellas personas que estando detenidas, por su supuesta pertenencia a esta banda extremista como a otras tantas, fueron sometidas a torturas para sonsacarles confesiones durante los interrogatorios, según denuncian varias oenegés internacionales en sus informes.

En estos informes se señalan a varios black site —como se conoce a los centros clandestinos de detención de la CIA que están esparcidos por todo el mundo— donde se pone en práctica técnicas de tortura contra los sospechosos de terrorismo.

Como ejemplo de estos lugares, las oenegés mencionan a la cárcel de Abu Ghraib en Irak u otra en Tailandia y, así como la prisión en la base naval estadounidense en Guantánamo, situada en Cuba. 

La tortura es una práctica bien extendida y arraigada entre los agentes estadounidenses, pues las autoridades de este país no solo no lo reprueban, sino que encima lo aplauden promocionando la carrera de los funcionarios implicados en estas violaciones de derechos humanos, como es el caso de la actual directora de la CIA, Gina Haspel, quien estuvo al mando de la citada prisión secreta de Tailandia en 2002.

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