Hablo de un mundo que está mayoritariamente sometido a una política de presiones proveniente de Washington y amplificado por sus aliados, en múltiples planos: militar, político, diplomático, económico, comunicacional, fundamentalmente.
Una realidad que, indudablemente, tensiona las relaciones internacionales y que se expresa en la generación y ampliación de agresiones militares, desestabilización de aquellos gobiernos que Estados Unidos considera necesarios de debilitar y derrocar, con el incremento de conflictos militares en función de favorecer sus intereses hegemónicos y de sus incondicionales. Favoreciendo políticas de ocupación, colonización y genocidio de territorios y pueblos como es el caso de Palestina, en que el aval y sostén concreto de Washington al régimen nazisionista israelí permite dar cuenta de los mayores crímenes que muestra la humanidad desde fines de la Segunda Guerra Mundial.
Uso de presiones y sanciones comerciales, amenazas recurrentes y cada día más agresivas contra la integridad territorial de los países, políticas de máxima presión al margen del derecho internacional y de todo lo que significa el objetivo de la “relación amistosa entre los pueblos” declarado pero violado permanentemente de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, sumida hoy en una crisis, a mi entender, terminal.
Estados Unidos, sus administraciones de gobierno, sin excepción, sean estos demócratas o republicanas han impulsado la imposición de un sistema que eufemísticamente denominan de “seguridad colectiva” construido sobre la aplicación cruenta e incondicional de los planes, intereses, objetivos y anhelos de dominio global de Washington sobre nuestros pueblos. En ese marco todo sirve, aunque signifique el exterminio de millones de seres humanos, la desestabilización de regiones enteras, la usurpación de territorios e incluso amenazar el futuro ambiental del planeta.
La máxima irracional y belicista de “America First” (1) es simplemente la política supremacista de una sociedad estadounidense regida por intereses globales y dominado por círculos políticos, financieros, energéticos y militares que vinculan a las empresas del denominado complejo militar industrial, compañías trasnacionales, el lobby judío sionista y el propio lobby de las transnacionales energéticas.
Todo este marco de peligro, para gran parte del planeta, se intensifica a partir de la denominada Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (2) - ESN - un documento dado a conocer por el mandatario estadounidense Donald Trump y publicada a inicios de este mes de diciembre del 2025 que expresa en toda su dimensión, los principales ejes de dominio y de pasos a seguir.

Como también el control de zonas estratégicas en el ámbito terrestre y marítimo, junto con la idea de concretar el objetivo de convertir a Europa en su principal patio trasero, en un proceso de vasallaje acompañado de una profunda animosidad hacia este continente y sus gobiernos. Y, con horror para la Europa comunitario la mencionada Estrategia proclama la idea del no intervencionismo selectivo, renuncia a los cambios de gobierno (aunque la realidad indica la falsedad de dicho eje discursivo) reconoce la potencia de China y define a Rusia como factor de estabilización continental.
En el caso de Latinoamérica, considero que esta ESN se reflota, con mayor intensidad aquello que se denominó la Doctrina Monroe. Y, con especial énfasis, la esencia de esta estrategia muestra, con toda evidencia que, más que “America First” debemos definir este documento como Neww American Strategy Clings to “Israel First” donde prima el interés en seguir protegiendo, apoyando y fortaleciendo el papel de testaferro del ente nazisionista.
En un interesante análisis de los autores François Vadrot, Fausto Giudice estos señalan que “La nueva Estrategia Nacional de Seguridad (NSS) fue leída como el regreso de la doctrina Monroe, un endurecimiento trumpista o un simple recentraje antichino. Si se la toma al pie de la letra y se la recoloca en la secuencia del 8 al 11 de octubre, cuando China demostró que podía remodelar el equilibrio mundial sin disparar un solo tiro, aparece otra imagen: la de una potencia que escribe dentro de un orden ya estructurado por Beijing, donde el hemisferio occidental ya no es aislable y donde Europa es tratada como un riesgo que hay que encuadrar más que como una palanca” (3).
Esta maniobra de reacomodo estadounidense, está destinado a destruir todo rastro de globalismo de tal manera de volver al sitial hegemónico que le permita apropiarse de los activos claves del planeta, de tal manera de asegurar su dominio político, económico y financiero en el ámbito global.
Según el medio de comunicación estadounidense Defense One “la administración Trump pedía trabajar más con Austria, Hungría, Italia y Polonia con el fin de alejarlas de la Unión Europea, se proponía reforzar las relaciones con los Estados miembros en los que los partidos de extrema derecha están mejor implantados y además, apoyar a los partidos, movimientos y personalidades intelectuales y culturales que aspiran a la soberanía y a la preservación y restauración de los modos de vida tradicionales europeos pero…sin que ello significara dejar de ser pro-estadounidense” (4).
Estados Unidos trabaja activamente, en una labor coordinada entre los poderes militares, energéticos, mediáticos y el ingente el apoyo de los grupos de presión saudí y sionista, fundamentalmente, para promover, en la denominada “opinión pública mundial” una narrativa de apoyo a los planes de Washington bajo ciertos conceptos básicos: lucha contra la inmigración. Frenar el narcotráfico – aunque sea el mismo Estados Unidos, el principal promotor de este y consumidor número uno del mundo. Además de ser referente y centro receptor de los cientos de miles de millones de dólares que, ese narcotráfico entrega, a través del uso de su sistema bancario y financiero.
Un informe oficial, publicado en abril del año 2025, por la llamada Financial Crimes Enforcement Network (Red de Control de Delitos Financieros o FINCEN por sus siglas en inglés), que es una oficina federal que depende del Departamento del Tesoro de Estados Unidos bajo el título "Financial Trend Analysis. Fentanyl-Related Illicit Finance: 2024 Threat Pattern & Trend Information" (5) da a conocer con lujo de detalles y expone las relaciones, los lazos estructurales existentes entre el lavado de dinero y el sistema bancario estadounidense, con relación, sobre todo al fentanilo. Un gobierno como el de Trump que no duda en tener como aliados al ex presidente de Colombia y conocido amigo del narcotráfico colombiano, el ultraderechista Álvaro Uribe o indultar al ex presidente de Honduras, detenido en Estados Unidos, precisamente por narcotráfico, Juan Orlando Hernández.

Estados Unidos, un país cuya estructura bancaria, financiera, empresarial y hasta gubernamental se beneficia del tráfico ilícito de drogas actuando como receptor y canalizador del dinero de las drogas inyectando ese dinero en sectores económicos legales como es el caso del sector inmobiliario, lo que desea es controlar el conjunto del negocio d elas drogas: producción, distribución y comercialización. Tal vez habría que pagarles con la misma moneda frente a esa política de bombardear lanchas en aguas internacionales por parte del gobierno de Trump, y llevar a cabo el bombardeo de bancos, inmobiliarias y hasta construcciones en suelo estadounidense.
Para la defensa de esa estructura, claramente delictiva pero intocable en Estados Unidos, sirve el núcleo de poder civil-militar en esta nueva Estrategia de Seguridad Nacional: más dinero para agencias de inteligencia, Más apoyo a aquellas sedes diplomáticas donde esa labor de zapa y desestabilización se ha ampliado, bajo el gobierno de Trump. Incluso en países aliados de Washington en Europa. Zsuzsanna Vegh, investigadora asociada del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), explica a DW que debilitar a la Unión Europea como actor global beneficia a los intereses de la Administración estadounidense: "Una Europa dividida también sería más débil y fácil de dominar en cuestiones comerciales” (6) Por ahí va el camino.
La nueva ESN de Estados Unidos representa un cambio profundo hacia una visión centrada en el mencionado principio de "America First", que implica, teóricamente en priorizar ciertos intereses considerados esenciales pero que ello no implique caer, hipotéticamente, en el llamado aislacionismo. La idea básica es que el tradicional esquema de unipolaridad, mediante una activa política diplomática lo encamine hacia cierta noción de multilateralismo bajo el amparo global de lo que llaman la democracia estadounidense. Un balnce difícil de llevar a cabo.
Todo ello bajo ciertos principios como es una fuerte dirección política como país, imposición de directrices a aquellos socios que dependen del paraguas militar estadounidense, autosuficiencia económica y militar que implique que el “Made In USA” y el complejo militar industrial tengan un desarrollo expansivo a costa, precisamente, de aquellos aliados impelidos a comerciar con Washington, so pena de imposición de políticas coercitivas.
Junto a lo mencionado, el control territorial fronterizo se convierte en eje de la política interna en función de decisiones que, aunque polémicas despiertan la adhesión de una población estadounidense bombardeada respecto a que los problemas de su país provienen extramuros. La interrupción de lo que se denomina flujos migratorios masivos se convierte así en prioridad estratégica, bajo la idea que el descontrol de esto afecta la propia viabilidad del país.

Hablar de control migratorio es dar cuenta también de los elementos que acompañan esa política: supuesto combate a los carteles de las drogas, que sirve de tapadera para esconder, no sólo la influencia de la droga en la sociedad estadounidense y su economía y las verdaderas intenciones del control de recursos naturales de países como Venezuela, sometida hoy a una política de máxima presión, amenazas de ataques aéreos, invasión terrestre, desestabilización, sanciones, bloqueos y hasta robo de buques pertenecientes a su flota petrolera. Pero…con bemoles necesarios de tener en cuenta (7).
En el plano militar la nueva Estrategia de Seguridad Nacional 2025 expresa la decisión de concretar la formación de fuerzas de despliegue rápido, pero evitando lo que han sido intervenciones militares directas y campañas prolongadas (estilo Irak, Afganistán) y toda actividad militar que no tenga que ver directamente con sus intereses vitales. Es en este punto donde la guerra de Ucrania, por ejemplo, muestra esa línea mencionada donde Trump busca con Rusia poner fin al conflicto, no seguir interviniendo de la forma que hasta ahora lo ha hecho y que tanto el financiamiento como el suministro de armas corra por cuenta de los países europeos.
Tal énfasis les permitirá centrarse en el desarrollo y modernización nuclear, avanzar en materia de un sistema de defensa de misiles, área en la cual se encuentran atrás sin consideramos a China, Rusia e Irán. Y, finalmente, a la par de la creación del denominado “Golden Dome” y la producción masiva de drones y misiles a la vista de lo que los mencionados países rivales han desarrollado.
Esa directriz (todo en teoría) de contar con una superioridad militar sin aparente intervención, un aislacionismo relativo, contar con una soberanía nacional sin cortapisas de organismos internacionales a los cuales se les desprecia m y por tanto se aboga por un alejarse de compromisos que limiten su “soberanía nacional” a que Washington sea el principal interventor en el mundo.
En resumen la nueva Estrategia de Seguridad Nacional afirma, como relato, que Estados Unidos de renunciar al liderazgo global para enfatizar aquellos intereses que Washington define como intransables al amparo de sus beneficios capitales como son: soberanía indiscutible – más allá incluso de sus fronteras - competencia económica y la exigencia a sus aliados a contribuir a lo que suelen denominar “defensa global” y colocando sus armas y productos energéticos en el mercado europeo, principalmente.
Pablo Jofré Leal
Periodista. Analista Internacional
Articulo para HispanTV.
- "América First" (Estados Unidos Primero) es un lema y una doctrina política en EE. UU. que prioriza los intereses nacionales sobre los internacionales, abogando por el aislacionismo, proteccionismo y poniendo a los ciudadanos y empresas estadounidenses por delante de los demás, una política asociada fuertemente con la administración de Donald Trump, y el America First Policy Institute (AFPI), un centro de estudio o tanque de ideas (think tank) ultraderechista.
- Whitehouse.org, National Security Strategy of the United Stats of America, noviembre de 2025 [PDF]. Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América. https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2025/12/2025-National-Security-Strategy.pdf
- https://www.surysur.net/la-estrategia-nacional-de-seguridad-2025-de-eeuu/
- El documento pedía además «apoyar a los partidos, movimientos y personalidades intelectuales y culturales que aspiran a la soberanía y a la preservación/restauración de los modos de vida tradicionales europeos… sin dejar de ser proestadounidenses».
- El informe revela que las empresas de servicios monetarios (bancos tradicionales y plataformas para cambio de divisas y remesas estadounidenses, conocidas en inglés por sus siglas MSB) "representaron 57% y 32% de los informes BSA relacionados con el fentanilo". Las siglas BSA hacen referencia a la Ley de Secreto Bancario en Estados Unidos, bajo la cual se detectan y reportan incidentes sospechosos de lavado o crímenes financieros. El dato sugiere que las operaciones de blanqueo de capitales ligados con las ganancias del fentanilo ocurren fundamentalmente en este segmento del sistema financiero. https://www.fincen.gov/system/files/shared/FinCEN-FTA-Fentanyl.pdf
- https://www.dw.com/es/trump-busca-dividir-a-la-ue-acerc%C3%A1ndose-a-la-extrema-derecha/a-75098421
- En Venezuela, cualquier escalada haría subir de inmediato los precios del combustible en USA, un costo político insoportable. La infraestructura petrolera venezolana está parcialmente integrada a las inversiones chinas: cualquier operación militar entrañaría, por lo tanto, el riesgo de una confrontación indirecta con Beijing. En Argentina, donde vimos superponerse una tutela presupuestaria usamericana y una dependencia material respecto de Beijing, son las restricciones del sistema centrado en China –infraestructura, tecnología, logística– las que redibujan ahora los márgenes usamericanos.
