Como si fuera el monumental colapso de un castillo de cartas, así es como transcurre la presidencia de Donald Trump. Y ahora, el As de Espadas queda fuera de la ecuación. Steve Bannon, racista declarado y exasesor presidencial, despedido.
Bannon odia a los afroamericanos, musulmanes e inmigrantes en general. Estuvo involucrado en la catastrófica ejecución del veto migratorio de Trump. A través de su plataforma digital, Breitbart, se dedicó a diseminar fascismo y teorías de conspiración.
Por ejemplo, con referencia a los miles de afroamericanos asesinados por las fuerzas del orden, Bannon pregunta “¿Qué pasa si los que reciben disparos de la policía realmente se lo merecen? Al fin y al cabo, hay gente que es naturalmente agresiva y violenta”. A la vez, Bannon cree que el “Islam no es una religión de paz, sino de sumisión”.
Mientras que se aplaude la expulsión de Bannon, hay quienes advierten que esto no se debe al racismo del exasesor presidencial. Más bien, se dice que el ego de Trump no toleró el protagonismo de Bannon, ni tampoco sus intenciones de regular monopolios corporativos con imposiciones fiscales.
De modo que mientras unos salen, otros entran. Y así el círculo vicioso persiste en la que es probablemente, una de las peores Administraciones en la historia de Estados Unidos.
Marcelo Sánchez, Miami.
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