El ataque iraní contra bases de EE.UU. en Irak “fue una dura bofetada, pero (…) el plan de la dura venganza por el asesinato del mártir Soleimani finalizará con la expulsión de los estadounidenses de la región”, ha declarado este martes el general de división Hosein Salami, comandante en jefe del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán.
En declaraciones ofrecidas durante las marchas realizadas en Teherán (capital persa) para conmemorar el 41.º aniversario de la victoria de la Revolución Islámica (1979), Salami ha destacado la “voluntad, la autoridad y el poderío” de Irán, y ha subrayado que el ataque a bases norteamericanas en Irak cambió todos los cálculos del poder.
También ha alabado la gloriosa presencia de la nación iraní en las masivas marchas del 22 de Bahman, la que ha calificado como “única”, agregando que “nos volveremos más poderosos cada día”.
Asimismo, el destacado general persa ha enfatizado que el martirio del general Soleimani ha dado un “nuevo espíritu” a la Revolución Islámica de Irán, y será un nuevo punto para la destrucción de todos los arrogantes, especialmente Estados Unidos.
Tras el asesinato por EE.UU. del teniente general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del CGRI de Irán, del subcomandante de las Unidades de Movilización Popular (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) de Irak, Abu Mahdi al-Muhandis, y de sus compañeros, Teherán prometió tomar una “dura venganza” contra Washington.
Para materializar su plan de venganza, Irán atacó con decenas de misiles tierra-tierra bases de EE.UU. en Irak: Ain Al-Asad, en la provincia occidental de Al-Anbar, y otra en Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí.
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