Las Fuerzas terrestres del Ejército de la República Islámica han realizado este jueves nuevos juegos de guerra en una región próxima a la ciudad de Shiraz, en el suroeste del país, en presencia del comandante en jefe del Ejército, el general de división Seyed Abdul Rahim Musavi; y el comandante de la Fuerza Terrestre del Ejército iraní, el general de brigada Kiumars Heidari.
En declaraciones ofrecidas a la prensa al margen de los ejercicios militares, Musavi ha explicado que las unidades móviles de combate y las de respuesta rápida han demostrado “parte” de las capacidades del Ejército, empleando las armas y dispositivos de fabricación nacional, pese a las sanciones brutales impuestas contra el país persa.
Como parte de las maniobras, que eran “una exhibición” de las capacidades y fabricaciones internas, las fuerzas han practicado cómo llevar a cabo “a solas”, las misiones de combate que corresponden a varias brigadas.
“Independientemente de cómo cambia la forma de amenaza, las unidades del Ejército saben cómo responder apropiadamente a cualquier tipo de amenaza (…) Las unidades del Ejército están dispuestas a responder rápidamente al menor error que se cometa (…) Entonces, los enemigos conocerán nuestras verdaderas capacidades militares”, ha añadido Musavi.
Durante los 40 años que han transcurrido tras la victoria de la Revolución Islámica (1979), Irán ha conseguido grandes logros en diferentes ámbitos, el militar incluido, sin someterse a los dictados de EE.UU. Por esa misma razón, supone una gran amenaza para los intereses de la Casa Blanca y sus aliados en la región.
Las autoridades iraníes, no obstante, han aclarado una y otra vez que su capacidad militar no representa amenaza alguna para otros países y que su doctrina de defensa se basa simplemente en la disuasión.
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