“Esto ya no es un fenómeno, es un tsunami migratorio”, ha alertado Gilad Kariv, jefe del comité de absorción e inmigración del parlamento, al presentar un informe que revela la magnitud del éxodo de ciudadanos israelíes.
Según el documento elaborado por el centro de investigación e información del parlamento, Israel enfrenta el mayor flujo de emigración desde su creación de facto, marcado por la salida constante de jóvenes de entre 20 y 39 años, considerados la columna vertebral de su economía y del ejército de reserva.
El estudio, que será presentado este lunes ante el comité parlamentario, indica que el número de israelíes que abandonan los territorios ocupados alcanzó niveles sin precedentes, mientras que el retorno de residentes es mínimo.
Entre 2009 y 2021, la emigración anual promedió unas 36 000 personas, pero en los últimos años se ha disparado: en 2022 emigraron 55 300 israelíes (46 % más que el año anterior) y en 2023 la cifra ascendió a 82 700 (casi un 50 % más).
Desde 2020 hasta 2024, período que abarca los años posteriores al inicio de la guerra en Gaza, unos 145 000 israelíes han abandonado los territorios ocupados, cifra que expertos describen como “la mayor ola migratoria en la historia contemporánea del régimen de Israel”.
El informe advierte que esta salida masiva afecta al personal cualificado y sectores estratégicos de la economía, con posibles repercusiones a largo plazo en el crecimiento y la productividad.
El 54 % de los emigrantes procede de Tel Aviv y del centro de los territorios ocupados, zonas con alto costo de vida y vivienda, cada vez más inaccesibles para los jóvenes.
Kariv ha responsabilizado al gabinete de Benjamín Netanyahu por agravar la crisis mediante políticas que generaron divisiones internas antes de la guerra y por desatender las necesidades sociales.
El estudio concluye que la salida de esta generación joven, pilar de la economía y del ejército de reserva, puede debilitar gravemente las capacidades económicas y militares de Israel, en un contexto donde más del 12 % de la población es anciana y sectores como los ultraortodoxos o la población árabe tienen baja participación laboral y militar.
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