El parlamento del régimen israelí tenía de plazo hasta el martes para aprobar el presupuesto y evitar nuevas elecciones, pero el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su socio de Gobierno, Benny Gantz, no se pusieron de acuerdo, con lo que el parlamento quedó disuelto y se convocarán nuevas elecciones, las cuartas en solo dos años.
Netanyahu tendrá que sortear amplios obstáculos en dichas elecciones, pues enfrenta la ira pública por su incompetente manejo de la pandemia de coronavirus, causante de la COVID-19, y además está involucrado en juicios por corrupción.
También tendrá que vérselas con un nuevo rival de derechas, Gideon Saar, un político que se alejó del partido Likud y que cuenta con igual intención de voto que Netanyahu, según una encuesta de opinión.
Después de tres comicios legislativos que no dieron un vencedor claro entre Netanyahu y Gantz, los dos candidatos decidieron en abril acabar la guerra y crear un Ejecutivo de unidad. El acuerdo incluía una rotación en el puesto de primer ministro y estipulaba que el gobierno adoptaría un único presupuesto para dos años (2020 y 2021), pero el partido Likud, de Netanyahu, propuso votar dos presupuestos diferentes, lo que la formación centrista Azul y Blanco de Gantz rechazó.
La ley de presupuesto nacional era crucial en la implementación de un acuerdo en el que Gantz asumiría el poder como primer ministro de manos de Netanyahu en noviembre del 2021.
Netanyahu ya había aclarado: “No queremos elecciones (...) pero si nos imponen nuevas elecciones, las ganaremos”.
Desde hace meses, los israelíes realizan marchas en los territorios ocupados para denunciar la corrupción, el desempleo y la mala gestión de la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19, por parte de las autoridades del régimen, en particular de Netanyahu, cuya renuncia exigen.
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