Según un reporte publicado el domingo por el diario bareiní Bahrainalyoum, el reino árabe ha llevado a cabo este año 160 ejecuciones, y otras 39 personas, entre ellos varios niños, corren el peligro de ser ejecutadas.
Ya en 2018 —informa Amnistía Internacional (AI)— se registraron 149 ejecuciones en el reino árabe: en 2013 solo 70.
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Asimismo desde 2016, la monarquía wahabí se ha negado a entregar a sus familias los cuerpos de 83 ejecutados, incluido el del prominente clérigo chií el sheij Nimr Baqer al-Nimr.
Arabia Saudí registra una de las tasas más altas de ejecuciones a nivel mundial. Normalmente se trata de decapitaciones con sable, lo uno y lo otro provocan alarmadas críticas de las organizaciones internacionales de derechos humanos y de muchos países.
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La asociación contra la pena de muerte Reprieve, con sede en el Reino Unido, dijo en 2018 que la tasa de ejecuciones en Arabia Saudí se había duplicado desde 2017, fecha en la que Muhamad bin Salman Al Saud se convirtió en príncipe heredero.
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Anteriormente, Lynn Maalouf, directora de investigación de AI para Oriente Medio, avisó que Riad aplica la pena de muerte “después de juicios injustos o contra personas que tenían menos de 18 años en el momento del crimen”.
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