• El representante de Arabia Saudí ante la ONU, Abdolá al-Mouallimi (derecha) y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Publicada: martes, 21 de abril de 2015 11:22

El representante de Arabia Saudí ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) Abdolá al-Mouallimi, rechazó los llamamientos de esta entidad internacional para poner fin a las hostilidades contra Yemen.

Para suspender la agresión saudí en contra del territorio yemení primero deben ser cumplidas “ciertas condiciones”

Para suspender la agresión saudí en contra del territorio yemení primero deben ser cumplidas “ciertas condiciones”, afirmó Al-Mouallimi tras mantener el lunes una reunión con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

El embajador saudí ante la ONU justificó también que tales condiciones fueron planteadas en una reciente resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) sobre Yemen.

“Todos queremos ver un pronto cese de hostilidades militares, pero existen condiciones” que contribuyen a un inmediato cese de las operaciones militares en Yemen, afirmó el político después de que Ban pidiera el pasado jueves un inmediato alto el fuego en Yemen.

“El país más pobre de la región de Oriente Medio sufría de una crisis (humanitaria) incluso antes de los ataques (...) Es por eso que llamo a un alto inmediato al fuego en Yemen”, indicó Ban.

Tras la dimisión del enviado especial de la ONU para Yemen, Yamal Benomar, tres años después de que asumiera el cargo, en agosto de 2012, Ban decidió nombrar al actual jefe de la misión de la ONU para la lucha contra el Ébola, el mauritano Ismail Ould Cheij Ahmad como su sucesor.

A este respecto, el embajador saudí afirmó que aún los países árabes ribereños del Golfo Pérsico están estudiando en sus capitales respectivas la propuesta de Ban, y emitirán su reacción en este sentido lo antes posible.

Yemeníes trasladan un cuerpo entre los escombros de un edificio destruido por los ataques aéreos saudíes.

 

La agresión que lleva a cabo Arabia Saudí contra Yemen para debilitar al movimiento popular Ansarolá, se ha cobrado la vida de 2640 personas, amén de obligar a un número de entre 120.000 y 150.000 civiles a abandonar sus hogares, según el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

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