Se trata de las incautaciones de explosivos más grandes en la historia reciente del país. Los hallazgos ocurrieron en la ciudad de Maturín (este) e incluyen más de 54 000 cargas huecas, acompañadas de cordones detonantes y equipos para activación remota.
El material incautado es de fabricación argentina, producido por la empresa Explosivos Tecnológicos Argentinos S.A. (ETASA), especializada en artefactos industriales para la perforación de pozos petroleros.
Aunque ETASA alega que sus productos están destinados exclusivamente a fines civiles, el hallazgo en Venezuela —al igual que el registrado en Siria— revela el doble uso de tecnologías industriales en conflictos armados.
Según la evidencia técnica y documental presentada por la plataforma investigativos La Tabla, las cargas decomisadas son idénticas a las que el grupo terrorista Daesh utilizó en Siria entre 2014 y 2017.
Las cargas decomisadas son del modelo TCP HDX de 4 pulgadas y cuentan con cavidades cónicas que, al activarse, generan un chorro hipersónico de metal fundido capaz de atravesar acero. Este mecanismo, conocido como “efecto Munroe”, se emplea habitualmente en la perforación de pozos petroleros. Sin embargo, la misma característica las hace eficaces contra blindajes de vehículos militares.
En Siria, el grupo Daesh se apoderó de cargas similares en yacimientos petroleros y las adaptó como ojivas antitanques para cohetes artesanales.
En Venezuela, de acuerdo a lo mostrado por el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, Diosdado Cabello en una rueda de prensa, los detonadores incautados podían ser activados mediante teléfonos móviles, un procedimiento frecuente en acciones de los terroristas.
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