Recientemente les dimos a conocer las cinco ‘súper armas’ rusas que fueron diseñadas e incluso probadas, pero que nunca llegaron al campo de batalla. Esta vez, nos basamos en una recopilación del artículo que publica este martes la agencia rusa Russia Today para presentarles las cuatro armas más letales que sí llegaron a la fase de producción.
La primera sería 'el padre de todas las bombas' o el 'papá' ruso, apodos para la Bomba Aérea de Vacío de Potencia Aumentada (AVBPM, por sus siglas en ruso), que se considera incluso más potente que la bomba estadounidense GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast (MOAB), bautizada como ‘la madre de todas las bombas’.
Aunque más ligera de peso, la bomba rusa tiene una potencia de explosión cuatro veces mayor, equivalente a 40 toneladas de trotilo y su radio de devastación es el doble que el de la bomba estadounidense. La AVBPM crea una onda de choque con sobrepresión de unos 3000 kPa (30 kgf/cm), creando un vacío sin aire en el epicentro de la explosión que hace explotar literalmente todo lo que esté en su camino, incluso edificios.
Por otra parte, es obligado incluir al misil balístico intercontinental RS-20V Voevoda o SS-18 Mod.3 Satán, según la designación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que es, conforme indican medios rusos y algunos expertos, 'el misil estratégico más grande y feroz que jamás haya sido construido en cualquier parte del mundo'.
Este misil es capaz de llevar hasta 10 ojivas nucleares de 750 kilotones cada una y tiene un peso aproximado de 210 toneladas. Además, Rusia ha creado un misil intercontinental aun más avanzado, el Sarmat, que entrará en servicio en 2021 y que, de acuerdo con lo recogido por varios informes, un golpe de este misil podría borrar de la faz de la Tierra una ciudad del tamaño de Nueva York (EE.UU.).
En tercer lugar, un arma letal puesta a prueba hace poco en Siria, el vehículo ruso de soporte de tanques BMPT-72, extraoficialmente conocido como Terminator, cuyos misiles guiados pueden alcanzar fácilmente un tanque a una distancia de hasta 5000 metros, puede combatir helicópteros y neutralizar cualquier maniobra del enemigo en un radio de 3 km.
Pero esta clasificación no estaría completa sin incluir al sistema pesado de lanzallamas TOS-1 Buratino. Un vehículo militar montado en una base del tanque T-72, con la torre de artillera sustituida por un 'pack' de 30 cohetes de calibre 220 mm con ojivas termobáricas, capaces de lanzar un huracán de fuego al enemigo en tan solo unos segundos.
No obstante, el verdadero infierno se desata cuando la bomba termobárica que está dentro de cada proyectil crea una nube 'mezcla-aire' que explota, generando la sobrepresión y la temperatura de unos 3000 ºC que quema todo el oxígeno a su alrededor y, al mismo tiempo, hace que la presión colapse, por lo que, en un perímetro de varios kilómetros no quedaría ningún arma o edificio entero, ni nada vivo.
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