La fecha ha sido recibida con alegría aunque ha quedado empañada por el recorte de libertades y la existencia de un gran número de presos políticos que no han podido festejar con sus allegados.
Con los primeros rayos de sol emergiendo sobre el contaminado cielo de la capital egipcia, El Cairo, musulmanes de multitud de países se dirigían a las imponentes mezquitas para participar en la oración. En todo el país, las celebraciones propias de Eid al-Adha comenzaron con el Alba.
La también llamada Fiesta del Sacrificio es el aniversario del día en el que el profeta Abraham (la paz sea con él) decidió sacrificar a su hijo Ismael (P), como se lo ordenó Dios. En esta festividad, los musulmanes que realizan los rituales del Hach en Arabia Saudí, lapidan a Satán representando su rechazo al diablo, que se apareció al profeta Abraham (P) cuando iba a sacrificar a su hijo. En todo el planeta los fieles recuerdan cómo el Señor detuvo ese sacrificio, entregando a Abraham un cordero para que lo ofrendara en lugar de Ismael.
Desde muy temprano los niños hicieron bullir las calles con sus juegos, aunque alguno se fue preparando ya para tomar las riendas del negocio familiar. Quien se lo pudo permitir realizó la matanza de sus propios corderos y reses destinando una tercera parte de la carne al consumo propio. El resto fue distribuido entre la familia y entre aquellos a quienes no les alcanza el jornal para gastar en un bien considerado por muchos un lujo.
En multitud de pueblos y ciudades de Egipto, el Ejército distribuyó provisiones entre la población con motivo de la fiesta. Candidatos a las elecciones parlamentarias cuyo comienzo está previsto para mediados de octubre también regalaron carne en sus barrios.
El presidente egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, ha aprovechado la celebración de Eid al-Adha para indultar a un centenar de presos, un gesto considerado propagandístico por la oposición. Miles de activistas, tanto miembros de los Hermanos Musulmanes (HHMM) como jóvenes revolucionarios han pasado la señalada festividad entre rejas, lejos de sus familias.
Rocío López, El Cairo.
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