“La seguridad es la línea roja de la República Islámica de Irán, y de ninguna manera permitiremos que el enemigo implemente sus planes para socavar este valioso activo nacional”, dijo el domingo Seyed Ebrahim Raisi en una conversación telefónica con la familia de un miembro de la Fuerza de Resistencia Popular (Basich) que cayó mártir en los recientes disturbios en el país.
Arman Aliverdi, de 21 años, sucumbió a sus heridas tras un ataque sufrido hace varios días llevado a cabo por vándalos durante las protestas violentas en Teherán. Su funeral se celebró el domingo en la capital.
El mandatario elogió la valentía de ese joven y consideró su martirio “un símbolo de sacrificar la vida para preservar la paz y la seguridad del país”.
“La sangre derramada de este gran mártir y de otros que sacrificaron su vida para proteger la seguridad del país mostrará la verdadera cara de los adversarios del país y conllevará al aumento de la consciencia de la gente”, subrayó.
Por su parte, el portavoz del Gobierno iraní, Ali Bahadori Yahromi, subrayó, vía Twitter, que la sangre pura del mártir Aliverdi “garantizará la preservación de los ideales de la gran nación iraní”.
El vocero del Ejecutivo aseguró que la República Islámica se vengará de los enemigos de la nación por la sangre de todos los inocentes que perdieron la vida durante los disturbios.
Las autoridades iraníes denuncian el papel directo de Estados Unidos, Israel y algunos de sus aliados occidentales en los disturbios acaecidos tras la muerte de la joven iraní Mahsa Amini —el 16 de septiembre en un hospital en Teherán días después de ser detenida por la policía— y avisan que los enemigos de la nación están utilizando el entorno creado para alimentar la inseguridad en el país.
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