En este artículo pretendemos estudiar las circunstancias en las que surgió la Revolución Islámica de Irán tanto a nivel interno como externo, además de analizar los beneficios de este suceso trascendental para los iraníes.
La situación dentro del país persa
La Revolución Islámica de 1979 tuvo su raíz en la Revolución Constitucional que empezó en 1905 y resultó en el establecimiento del Parlamento en Irán. Después de ello, en el año 1951, se intensificaron las movilizaciones sociopolíticas en la nación persa. Los ciudadanos sedientos de libertad consiguieron establecer su primer Gobierno electo de forma democrática. Como líder colocaron al primer ministro Mohamad Mosadeq, quien nacionalizó la industria petrolífera del país. Gracias a sus políticas, el oro negro, que había estado bajo el control de una compañía británica conocida en la actualidad como British Petroleum, regresaba a manos de sus verdaderos propietarios, el pueblo iraní.
Sin embargo, en agosto de 1953, ese pueblo vio morir su sueño; la inteligencia británica, el MI6, y la CIA estadounidense orquestaron un golpe de Estado militar contra el gobierno popular de Mosadeq. De este modo, quedaba reinstaurado el poder absoluto del Shah, Mohamad Reza Pahlavi.
En unos difíciles años sesenta, los iraníes sufrieron con una monarquía absoluta y en la sociedad se agravaron las heridas abiertas: la brecha económica, la desigualdad social y las falta de libertades políticas. Todo ello junto a la temida “SAVAK” (Organización de Inteligencia y Seguridad Nacional), que asfixiaba y reprimía cualquier voz opositora.
En estas circunstancias, el ayatolá Seyed Ruholá Jomeini (que descanse en paz) se presenta como una figura opositora bien conocida, que buscaba concienciar al pueblo sobre la realidad política del país bajo la monarquía absoluta del rey Pahlavi. Es por eso que el entonces sistema de Inteligencia le detiene para tratar de calmar la situación. No obstante, esta medida surte el efecto contrario, su detención motiva un levantamiento popular en todo el país. El Ejército recurre a todo tipo de medidas para socavar las protestas, desde declarar el toque de queda hasta reprimir las manifestaciones con fuego real.
Cuando el régimen monárquico se percata de la ineficacia de sus medidas, decide liberar al ayatolá Jomeini, aunque poco después lo vuelve a detener y lo exilia a Turquía. El líder revolucionario decide marcharse a Irak y después a Francia.
Durante su período de exilio todo Irán está agitado. Las protestas continuaron y las medidas del rey, como la Ley Marcial, eran incapaces de controlarlas. El pueblo estaba decidido a poner punto final a su dependencia de Estados Unidos y el Reino Unido, a la vez que abogaba por decidir su propio futuro y gestionar los recursos del país sin la injerencia extranjera.
En 1979, el ayatolá Jomeini regresa al país donde ejerce su liderazgo y con sus discursos motiva al pueblo a dar el último golpe al régimen monárquico. Fue entonces cuando el 11 de febrero de ese año, Irán ve su sueño hecho realidad: cae el dictador, triunfa la voluntad del pueblo y se produce una Revolución que cambia las ecuaciones regionales e internacionales.
La escena internacional
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría las naciones del mundo vivían en un sistema bipolar entre el bloque del Este cuyo líder era la Unión Soviética y el bloque del Oeste encabezado por Estados Unidos. Todos los países del mundo debían escoger entre uno de estos dos bloques, pues no existía otra opción. Dos modelos bien distintos basado en el comunismo o el liberalismo.
Fue en estas circunstancias que nació la Revolución Islámica en Irán. Este hecho de gran importancia tuvo importantes efectos a nivel regional e internacional. En Oriente Medio, el cambio del sistema en Irán se interpretó como una debilidad del régimen israelí, un importante aliado del rey Pahlavi, y un gran obstáculo para los planes hegemónicos de Washington y sus aliados occidentales en la región. En este sentido, el exsecretario del Tesoro de EE.UU., George Pratt Shultz, declaró: “La Revolución Islámica de Irán es el peor enemigo común de Occidente en toda la historia”. Asimismo, en su libro “Victoria Sin Guerra”, el expresidente norteamericano, Richard Nixon, escribe: “Para nosotros, el Islam de Jomeini es mucho más peligroso que la Unión Soviética. El cambio ha iniciado en forma de huracán y no somos capaces de pararlo”.
A nivel internacional, la Revolución Islámica de Irán significó un gran desafió para el modelo de la hegemonía y la arrogancia mundial. El país persa enviaba un claro mensaje a los países sometidos; la posibilidad de ser independientes en las ecuaciones internacionales y su derecho a la autodeterminación. Algo que se consideraba como un enorme peligro para aquel sistema dominante en el mundo.
De acuerdo con esa situación que suponía un gran peligro para los intereses de Estados Unidos, después del triunfo de la Revolución Islámica y, especialmente, tras la caída de la Unión Soviética, Washington concentró sus esfuerzos para provocar un cambio o intentar derrocar al sistema iraní. Razón por la cual impulsaron una guerra de ocho años, utilizando como instrumento al régimen dictatorial iraquí de Saddam Husein.
Al ver que la guerra física había fracasado, recurrieron a una guerra blanda para lograr su objetivo. Impusieron sanciones, consideradas como ilegales, bajo el pretexto de que el país pretendía fabricar armas atómicas. Por este medio buscaban dos objetivos: presionar al pueblo y dificultar su vida cotidiana para provocar un enfrentamiento con el sistema del país, y además aislar al pueblo y al Gobierno iraníes en la arena internacional.
No obstante, una vez más, el resultado ha no sido el esperado por ellos. De hecho, en el exterior, no sólo no pudieron debilitar y marginar a Irán, sino que este país desempeña hoy un rol clave en los temas regionales e internacionales. Al punto que, actualmente, para solucionar los conflictos y las crisis en Irak, Siria, El Líbano, Yemen y Afganistán, entre otros, hay que contar con Teherán.
Avances de Irán después de la Revolución
Los logros del país persa en las últimas cuatro décadas son múltiples en diferentes campos. Vale resaltar que la economía de Irán durante la monarquía Pahlavi era de montaje, dependiente de occidente y consumidor, administrada solo con el dinero del petróleo.
Con la victoria de la Revolución Islámica, Irán diseño grandes objetivos como la independencia económica, la autosuficiencia, la creación de empleos y de una vida estándar a sus ciudadanos. A pesar de una enorme cantidad de dificultades y obstáculos como las amplias sanciones, una guerra impuesta durante 8 años y diversas conspiraciones, en estas cuatro décadas, Irán ha sido capaz de alcanzar un buen desarrollo económico.
En este contexto hay que añadir la reducción significativa de la pobreza en el país. En 1977, según el Banco Mundial, el 46% de los iraníes vivían por debajo del umbral de la pobreza. Esta cifra disminuyó al 8% en 2015, según un informe del Foro Económico Mundial.
En el campo de la capacidad defensiva, a día de hoy, Irán produce la mayoría de los equipamientos requeridos. Su poderío aéreo, marítimo y terrestre crece continuamente. Produce drones, aviones y helicópteros. Dispone de más de 10 modelos de tanques y vehículos militares. Se protege por mar con buques de guerra, destructores, lanchas y submarinos. Y su mayor poder disuasorio es su programa de misiles que incluye misiles balísticos y de alta precisión.
Por su parte, la producción científica y los avances tecnológicos, que son considerados como los principales medidores del desarrollo de un país, en Irán, pese a las duras sanciones a las que está sometido desde el exterior, la ciencia ha sabido florecer gracias a la capacidad de los iraníes.
En el contexto nuclear, Irán logró enriquecer uranio al 3,5 por ciento en 2007, y en 2012 pudo enriquecer uranio al 20 por ciento para inyectarlo a la planta de investigación de Fordo, en el centro del país. Ahora, Irán es uno de los pocos países productores de energía nuclear en el mundo.
Aunque Irán aparece clasificado entre los países en desarrollo, ha cosechado grandes avances en el sector aeroespacial, convirtiéndose en uno de los pioneros en esta materia.
En 2009, Irán lanzó el primer satélite de fabricación propia. Con el satélite Omid, entró en el reducido club de los nueve países que cuentan con dicha capacidad. El primer cohete iraní fue lanzado al espacio con éxito en 2013, con un mono a bordo. Con el lanzamiento del segundo cohete con un ser vivo, Irán dio otro paso hacia el envío del hombre al espacio.
Sus logros científicos se destacan también en la biotecnología. Los ingenieros en genética iniciaron en los últimos años importantes investigaciones, las cuales han dado como resultado la producción y exportación de decenas de biomedicinas. Irán se encuentra entre los 10 primeros países del mundo en el ámbito de la investigación y la tecnología de células madres. Ha registrado grandes éxitos en cuanto a clonación animal se refiere. Asimismo, ha alcanzado grandes logros en el trasplante de médula ósea, ocupando la segunda posición en el planeta, después de Italia.
A ello, hay que añadir los avances en el campo de la nanotecnología. Aunque esta materia es todavía muy joven, Irán ha avanzado bastante ubicándose entre los seis mejores países del mundo. Irán ya ha iniciado la exportación de nanotecnología a Corea del Sur y China, países pioneros en esta industria.
Con todo lo expuesto sobre el pasado y la situación actual de Irán, hay que señalar que el país pese a las presiones y manipulaciones mediáticas a gran escala, es considerado como un país modernizado e independiente en muchos aspectos, gracias a las políticas económicas y sociales de la Revolución Islámica.