Las lenguas maternas representan un vínculo determinante entre los pueblos ancestrales de Panamá y su identidad; sin embargo, existe la preocupación en las comunidades originarias de que esta tradición cultural pueda desaparecer.
En el año 2010, se aprobó la Ley 88 que reconoce las lenguas y alfabetos de los pueblos originarios, además de dictar normas para promover la Educación Intercultural Bilingüe, pero su ejecución no ha llenado las expectativas.
De esta manera, la iniciativa de resguardar la tradición escrita y hablada ha sido tomada como un compromiso por las comunidades autóctonas y un ejemplo lo conforma el programa de lecto-escritura ngäbe que se desarrolla en la comunidad de Kiad-Bagamá.
Sin embargo, la poca atención de las autoridades las mantiene desligadas de la cosmovisión de los pueblos indígenas a pesar de su existencia milenaria.
En este ejemplo de lucha por la preservación del lenguaje se encuentra la esencia de la resistencia indígena.
John Alonso, Ciudad de Panamá
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