Decenas de iraquíes han expulsado a empleados de la embajada de EE.UU. cuando buscaban participar en un evento cultural en conmemoración del alto comandante antiterrorista iraní, el general Qasem Soleimani, y su compañero de trinchera iraquí, Abu Mahdi al-Muhandis, asesinados en un ataque estadounidense con drones cerca del aeropuerto de Bagdad (capital de Irak) hace más de dos años.
Los delegados fueron humillados y tuvieron que abandonar la ceremonia en el Monumento a los Mártires en Bagdad el viernes, luego de que los participantes se opusieran enérgicamente a su presencia y gritaran “Estados Unidos es el mayor Satanás”.
El 27 de noviembre, 78 iraquíes presentaron una demanda contra el expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021) y su entonces secretario de Estado Mike Pompeo, el exembajador estadounidense en Bagdad Matthew H. Tueller, el exprimer ministro iraquí Mustafa al-Kazemi y el exdirector del Centro Nacional de Operaciones Zia al-Musawi por su papel en los asesinatos del general Soleimani y Al-Muhandis, en el Tribunal Federal de Apelaciones en la capital.
Entre los denunciantes se encuentra Muhamad Hasan Yafar, hermano del mártir Al-Muhandis, jefe adjunto de la Organización de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe).
El 3 de enero, el general Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, Al-Muhandis y otros compañeros iraníes e iraquíes murieron en un ataque selectivo, ordenado por Trump. Dos días después, los legisladores iraquíes aprobaron un proyecto de ley que requería que el Gobierno pusiera fin a la presencia de todas las fuerzas militares extranjeras dirigidas por Estados Unidos en el país.
Soleimani desempeñó un rol relevante en los duros combates en Irak y Siria contra los grupos terroristas como Daesh, muchos de ellos respaldados por Washington y sus aliados regionales, como es el caso de Israel.
Por ello, el general Soleimani suponía una amenaza para las políticas desestabilizadoras de la Casa Blanca en la región, han señalado varios analistas y observadores, quienes achacan el asesinato del héroe antiterrorista persa a los intentos de EE.UU. por justificar su prolongada presencia en Irak, creando una nueva provocación.
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