Las cinco semanas de reproches de los “chalecos amarillos”, en Francia, inspiraron a cientos de miles de europeos a salir de las calles para reivindicar sus derechos y pedir cambios políticos.
El gobierno no hace lo suficiente y no cumple con lo que promete, afirman los furiosos manifestantes. Por eso, aseguran que continuarán luchando en las calles hasta materializar sus demandas.
Hasta el momento, 8 franceses han muerto en esta lucha.
Los chalecos amarillos también aparecieron en Bélgica. La policía llevó a cabo 70 detenciones, y usó todos los medios a su alcance para dispersar a los manifestantes y evitar que lleguen a las sedes de las instituciones europeas en Bruselas.
Los húngaros repudian las políticas laborales del gobierno, y denuncian la esclavización de los trabajadores.
En España, en varias ciudades se registraron manifestantes contra las precarias condiciones de vida.
En Austria y también en Serbia, miles de personas salieron a las calles para pedir el fin de las políticas hostiles de sus gobiernos.
En Austria, los manifestantes repudiaron el regreso del país a la extrema derecha, y las políticas xenófobas y antimigratorias.
Los serbios, por su parte, desafiaron las gélidas temperaturas para denunciar la represión política contra todo el que se oponga al gobierno.
Europa atraviesa una dura etapa, marcada por la crisis financiera y las políticas de austeridad, que han degradado las condiciones de vida de los ciudadanos, y han generado un descontento generalizado hacia las clases políticas.
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