Ya en noviembre, la representación permanente de Irán ante las Naciones Unidas en Nueva York (EE.UU.) anunció que la República Islámica pudo cambiar su posición de “observador” a la “membresía de pleno derecho” del el Comité Científico de las Naciones Unidas para el estudio de los Efectos de la Radiaciones Atómicas (UNSCEAR, por sus siglas en inglés) tras varias rondas de intensas negociaciones sobre un proyecto de resolución presentado por Australia, que finalmente fue aprobado unánimemente por el Comité Político Especial de la AGNU.
De hecho, Irán comenzó sus esfuerzos para unirse al referido Comité en 2011 y, a pesar de ciertas oposiciones, ganó una “membresía observadora” en 2017.
El UNSCEAR fue creado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) en 1955. Su mandato en el sistema de las Naciones Unidas es evaluar e informar los niveles y efectos de la exposición a la radiación ionizante.
Irán ha mostrado al mundo la naturaleza pacífica de su programa de energía nuclear y ha permitido una cooperación transparente con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
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