El Gobierno del Reino Unido considerará si la alianza Hayat Tahrir al-Sham debe seguir siendo designada organización terrorista —como lo ha incluido en su lista negra dede 2017— después de que el grupo opositor armado sirio lideró el derrocamiento del presidente Bashar al-Asad en Siria.
Cuando la cadena británica BBC le preguntó si estaba en curso un proceso para reevaluar la clasificación de HTS como grupo terrorista, el ministro de la Oficina del Gabinete británico, Pat McFadden, respondió el lunes que “sí, claramente eso debe ser considerado. Han estado prohibidos durante un largo tiempo”.
Sin embargo, el primer ministro británico, Sir Keir Starmer, consideró en una declaración posterior que aun era “demasiado temprano” para pensar en un cambio de política hacia HTS, proscrita como organización terrorista por el Reino Unido debido a su asociación pasada con Al-Qaeda.
Al respecto, el ministro de Asuntos Exteriores, David Lammy, dijo a la Cámara de los Comunes que el Reino Unido “juzgará a HTS por sus acciones, vigilando de cerca cómo ellos y otras partes de este conflicto tratan a todos los civiles en las zonas que controlan”.
El líder de HTS, Abu Mohamed al-Golani, ha prometido un enfoque más conciliador hacia las minorías religiosas de Siria, incluidos los cristianos, después de una larga historia de militancia violenta.
El grupo de los insurgentes de Hayat Tahrir Al-Sham (HTS) lideró a facciones aliadas, en una ofensiva relámpago, iniciada el 27 de noviembre en Alepo para continuar avanzando hasta llegar a Damasco y anunciar que había tomado el poder.
Ante tal avance, el presidente sirio, Bashar al-Asad, abandonó el país después de ordenar una transferencia pacífica del poder. Rusia confirmó que se encuentra en su territorio como asilado político.
La situación representa el cambio más significativo en el panorama político de Siria desde el estallido de la guerra civil en 2011.
Los observadores internacionales y fuentes diplomáticas dicen que la rápida evolución de la situación en Damasco ha tomado por sorpresa a muchas potencias regionales, planteando interrogantes sobre la futura estabilidad de Siria y de Asia Occidental en general.
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