• El enviado de EE.UU. para la lucha contra el antisemitismo, Elan Carr, haciendo campaña electoral en 2014 para el Congreso. (Foto: Los Angeles Times)
Publicada: lunes, 6 de mayo de 2019 1:50
Actualizada: lunes, 6 de mayo de 2019 9:50

EE.UU. podría pasar a considerar el antisionismo como una forma de antisemitismo y revisar los lazos con países que considere hostiles al régimen de Israel.

“Los Estados Unidos tienen la intención de revaluar sus relaciones con cualquier país, y sin duda el antisemitismo por parte de un país con el que tengamos relaciones es un motivo de gran inquietud”, ha dicho este domingo a la agencia británica de noticias Reuters el comisionado especial de Washington para la lucha contra el antisemitismo, Elan Carr, en una visita a la Palestina ocupada.

De hacerse efectiva esta posición, Washington avanzaría aún más en la represión de toda contestación a la ocupación del territorio palestino por el régimen israelí, añadiendo a la prohibición de los boicots a Israel el castigo colectivo a las naciones que defiendan los derechos del pueblo palestino, en nombre de la lucha contra la intolerancia religiosa y racial.

Carr ha señalado en sus declaraciones que planteará la cuestión en los encuentros bilaterales que mantenga “en todo el mundo”, y añadido que las conversaciones al respecto serán “francas y sinceras”, pero que se realizarán “a puertas cerradas”.

Los Estados Unidos tienen la intención de revaluar sus relaciones con cualquier país, y sin duda el antisemitismo por parte de un país con el que tengamos relaciones es un motivo de gran inquietud”, ha dicho el comisionado especial de Washington para la lucha contra el antisemitismo, Elan Carr.

 

En esta línea de secretismo, el funcionario ha declinado precisar qué países o líderes políticos podrían ser considerados antisraelíes —y, por tanto, antisemitas de acuerdo con la nueva definición—, ni tampoco qué represalias piensa adoptar Washington contra ellos, pretextando que cada país es “un desafío diplomático diferente” y que anticipar detalles restaría eficacia a sus esfuerzos.

En los últimos años, el crecimiento en los países occidentales de la indignación por los atropellos cometidos por Israel y por el poder desmedido de los círculos proisraelíes ha llevado a una cada vez mayor censura, ejerciendo presión para adoptar definiciones del concepto de “antisemitismo” —tabú en Occidente— que impiden una crítica efectiva no solo del régimen israelí, sino de la política de sus dirigentes.

En el caso del Partido Laborista británico, la llegada a su liderazgo de Jeremy Corbyn despertó inicialmente esperanzas por su postura valiente respecto a Oriente Medio, pero feroces campañas mediáticas sobre un supuesto “antisemitismo” laborista llevó en septiembre pasado a adoptar, para acallar las críticas, las categorías del lobby Alianza Internacional por la Memoria del Holocausto (IHRA, por sus siglas en inglés), dificultando las críticas a Israel.

En EE.UU., donde las generaciones jóvenes tienden a rechazar a Israel, especialmente en las bases del Partido Demócrata, se han multiplicado las iniciativas legislativas para prohibir la adhesión a campañas de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra la ocupación israelí.

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