Autoridades chinas protestaron enérgicamente y tomaron medidas al respecto, tras las declaraciones de la primera ministra japonesa. Takaichi afirmó que el uso de la fuerza contra Taiwán podría justificar una respuesta militar por parte de Tokio. La postura fue considerada una severa injerencia en los asuntos internos de China.
La negación de la primera ministra japonesa a retractarse de sus declaraciones, junto a las medidas tomadas por el gobierno de Japón, como el incremento de su presupuesto de defensa anual, que flexibiliza las restricciones a las exportaciones de armas, lleva a China a responder estas acciones en forma contundente.
Las medidas adoptadas por China, como alertar a sus ciudadanos de no viajar a Japón, han generado gran preocupación en la sociedad japonesa. Con el objetivo de rebajar la tensión, el secretario jefe del gabinete japonés, Minoru Kihara, indicó que las declaraciones de la primera ministra Takaichi en el Parlamento, no modificaban la posición de su gobierno.
Las declaraciones de Takaichi no fueron un hecho aislado, sino que reflejan el avance del revisionismo histórico en Japón. La firme respuesta de China, a su vez, actúa como una advertencia ante este giro sistémico hacia posturas nacionalistas. Ambos movimientos dejan en claro que, si el gobierno japonés insiste en ignorar los intereses fundamentales de sus vecinos, pondrá en riesgo no solo su seguridad, sino también su estabilidad económica.
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