Por: Dina Y. Sulaeman *
La reciente declaración del presidente Prabowo Subianto durante su encuentro con el presidente Emmanuel Macron ha desatado controversia pública, especialmente cuando se contrasta con sus comentarios previos en el foro de Recepción Empresarial Indonesia–China 2025.
En ese foro, Prabowo condenó de manera inequívoca el genocidio, el colonialismo, el imperialismo, la opresión y el apartheid que sufre el pueblo palestino, un lenguaje que refleja el apoyo histórico de Indonesia a la causa palestina y su postura anti-colonial, un principio fundamental de la política exterior del país.
Sin embargo, durante su reunión con el presidente francés, Prabowo afirmó: “También debemos reconocer y garantizar el derecho de Israel a existir como un estado soberano, y un estado cuya seguridad también debe ser respetada y garantizada”.
Esta formulación recuerda los discursos comúnmente promovidos por el régimen israelí y sus aliados, como el “derecho a existir” y el “derecho a la autodefensa”, conceptos que a menudo se invocan para justificar la guerra genocida de Israel contra los palestinos en la Franja de Gaza, bajo el pretexto de defensa propia.
El derecho a la vida en el derecho internacional
Normativamente, bajo el derecho internacional, tal como lo ha enfatizado Francesca Albanese, Relatora Especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, no existe tal cosa como “el derecho a la vida de un estado”.
Lo que se reconoce y garantiza universalmente es el derecho humano a la vida. Una vez que una entidad es establecida y se convierte en miembro de las Naciones Unidas, su existencia legal está afirmada.
Por lo tanto, el uso por parte del régimen israelí del discurso del “derecho a la vida” para justificar su agresión militar —particularmente contra civiles en Gaza— es legalmente infundado e irrelevante.
De manera similar, el “derecho a la autodefensa”, tal como se expone en el Artículo 51 de la Carta de la ONU, solo puede invocarse en respuesta a un ataque armado por parte de otro estado. En el contexto de Palestina, esta condición no se cumple, ya que la ocupación israelí nunca ha reconocido a Palestina como un estado soberano.
La operación Tormenta de Al-Aqsa, lanzada el 7 de octubre de 2023 por HAMAS y otros grupos de Resistencia en Gaza contra la entidad sionista que ha ocupado su tierra y los ha aterrorizado, no cumple con los requisitos establecidos por la Carta de la ONU para invocar el derecho a la autodefensa.
En este sentido, la Resolución 37/43 de la Asamblea General de la ONU (1982) afirma explícitamente que un pueblo colonizado tiene derecho a resistir la ocupación, incluso mediante lucha armada.
Diplomacia condicional: una brecha propagandística
En su conferencia de prensa con Macron, el presidente Prabowo declaró que Indonesia está dispuesta a establecer relaciones diplomáticas con Israel, siempre que Israel reconozca primero al Estado de Palestina. Esta condicionalidad diplomática, aunque estratégica en apariencia, revela varias fallas fundamentales al examinarla más de cerca.
En primer lugar, la referencia de Prabowo a la solución de dos Estados refleja un marco de largo plazo respaldado por la ONU y muchos actores internacionales. Sin embargo, académicos prominentes como el profesor John J. Mearsheimer, quien fue invitado por el propio Prabowo a discutir el tema con sus ministros, argumentan que la solución de dos Estados ya no es realista.
Como lo expresa Mearsheimer, “es un tren que ha pasado por la estación”. En la práctica, las políticas de Israel cada vez más señalan un giro hacia el proyecto del “Gran Israel”, evidenciado por el bloqueo de Gaza, la expansión de asentamientos ilegales en la Cisjordania ocupada y los planes sistemáticos para desplazar a la población indígena de Gaza.
Por lo tanto, condicionar la normalización de relaciones de Indonesia al reconocimiento por parte de Israel de la independencia palestina corre el riesgo de colocar a Indonesia en una posición de espera prolongada por una concesión que probablemente nunca se materialice.
Además, el simple reconocimiento no es suficiente. La verdadera justicia requiere rendición de cuentas a través de mecanismos legales internacionales, como los procedimientos en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la Corte Penal Internacional (CPI), para abordar y responsabilizar a Israel por el genocidio en curso en Gaza, que ya ha reclamado casi 54 000 vidas en 600 días.
Segunda falacia: la brecha en la comunicación política global
En el contexto de la comunicación política global, los medios internacionales a menudo pasan por alto las condiciones matizadas que mencionó el presidente Prabowo, centrándose en su lugar en el titular: “Indonesia está lista para establecer relaciones diplomáticas con Israel”.
Tal narrativa simplificada es altamente susceptible de ser explotada por el aparato propagandístico israelí y sus aliados para crear la impresión de que Indonesia está suavizando su apoyo histórico a la causa palestina o posiblemente cambiando de rumbo.
La consistencia de Indonesia debe mantenerse
Es necesario enfatizar que Indonesia —y el presidente Prabowo mismo— han manifestado consistentemente un fuerte apoyo a la independencia palestina, como se refleja en discursos que condenan explícitamente el genocidio, el imperialismo y el apartheid.
Sin embargo, en el entorno diplomático actual, un lenguaje impreciso puede crear vulnerabilidades que las partes hostiles pueden explotar fácilmente.
Por lo tanto, esta consistencia debe ser cuidadosamente mantenida y protegida en el discurso diplomático. El compromiso de Indonesia con Palestina nunca debe ser comprometido por declaraciones ambiguas o condicionales que puedan generar una falsa percepción de un cambio en su política exterior.
Indonesia debe mantenerse firme, rechazando cualquier forma de normalización con Israel hasta que los derechos plenos del pueblo palestino sean inequívocamente reconocidos y respetados, no simplemente prometidos.
Esta postura principista está alineada con la constitución de Indonesia y su legado de lucha anti-colonial.
* Dina Y. Sulaeman es profesora asistente en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Padjadjaran, Indonesia.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.