Publicada: miércoles, 17 de diciembre de 2025 19:48

En el laberinto estratégico del Golfo Pérsico, donde las islas Bu Musa, Tonb Mayor y Tonb Menor y Siri funcionan como bastiones soberanos de la República Islámica de Irán, la arquitectura defensiva del país se sustenta en una doctrina avanzada y estratificada.

Por Mohamad Molaei

Esta doctrina representa una síntesis inteligente de tecnologías autóctonas, tácticas de guerra asimétrica y amplias capacidades de Anti-Acceso/Denegación de Área (A2/AD), concebidas para neutralizar cualquier amenaza hostil.

Estas islas —frecuentemente descritas en la literatura militar como los “portaaviones insumergibles” de Irán— no solo ejercen un control total sobre el vital cuello de botella del estrecho de Ormuz, por donde transita más del 20 por ciento de la energía mundial y cuya interrupción podría paralizar la economía global, sino que también operan como plataformas multimisión para la vigilancia persistente, la intercepción precisa y las operaciones de ataque decisivo, con capacidad para extender el radio de enfrentamiento hasta lo profundo del océano Índico.

El ejercicio naval “Mártir Mohamad Nazeri”, realizado los días 4 y 5 de diciembre de 2025 por la Fuerza Naval del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI-N), no fue simplemente una respuesta directa y firme a las afirmaciones infundadas y amenazas contra las islas, sino también un recordatorio de que estas constituyen una línea roja para Irán.

Durante el ejercicio militar, las unidades navales del CGRI integraron sistemas avanzados de reconocimiento, defensa aérea escalonada y capacidades de ataque por saturación para simular escenarios de penetración hostil y neutralizarlos con éxito. Llevado a cabo en las islas y en las aguas adyacentes del estrecho de Ormuz, el Golfo Pérsico y el mar de Omán, el ejercicio trascendió un simulacro militar convencional y se constituyó en un acto calculado y multinivel de disuasión activa.

Este envió una respuesta contundente a cualquier maniobra hostil y a la presencia desestabilizadora de fuerzas navales extrarregionales, en particular de los grupos de ataque de portaaviones estadounidenses como el USS Abraham Lincoln, que había fondeado cerca de las aguas territoriales iraníes.

A través del lenguaje del poder duro y de la tecnología autóctona, la doctrina defensiva de Irán transmitió un mensaje inequívoco: la seguridad de las islas y de las aguas territoriales iraníes es una línea roja. Cualquier violación acarreará costos exorbitantes, irreversibles y profundamente lamentables, desde graves pérdidas humanas hasta una severa interrupción de las cadenas globales de suministro energético.

Examinemos la arquitectura estratificada de este sistema defensivo, centrándonos en las tecnologías clave que garantizan la soberanía incuestionable de Irán sobre estas islas y transforman cualquier aventura militar en una pesadilla estratégica para el enemigo.

Primera capa: inteligencia, vigilancia y reconocimiento persistentes

La primera capa de esta fortaleza defensiva, basada en la detección temprana, la monitorización continua y la conciencia situacional, está a cargo de avanzados vehículos aéreos no tripulados (UAV) de reconocimiento iraníes.

A la vanguardia se encuentra el Mohajer-6, una plataforma autóctona de reconocimiento y ataque desarrollada por las industrias aeroespaciales de Irán y operativa desde 2018. Con una envergadura de 10 metros, una longitud de fuselaje de 5,67 metros, una autonomía de hasta 15 horas, una velocidad máxima de 200 km/h y un techo operativo de 18.000 pies, el Mohajer-6 puede transportar hasta 100 kilogramos de carga útil.

Esta incluye avanzados sensores electroópticos/infrarrojos (EO/IR) para imágenes diurnas y nocturnas, designadores láser para el marcado de objetivos y municiones guiadas de precisión como el misil Qaem guiado por EO, con un alcance de 6 km, o el misil Almas, que emplea guiado asistido por inteligencia artificial y alcanza los 8 km.

Derivado del diseño Falco de Selex ES, pero ampliamente localizado, el Mohajer-6 está propulsado por un motor Rotax 912, cuyo bajo consumo de combustible y reducida firma acústica permiten operaciones encubiertas. Desde bases subterráneas en Bu Musa y Tonb Mayor, estos UAV realizan misiones persistentes de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR).

 

Durante el ejercicio Mártir Mohamad Nazeri, los drones Mohajer-6 detectaron embarcaciones hostiles simuladas a largas distancias y transmitieron datos de puntería directamente a los sistemas de defensa aérea para su intercepción precisa.

Según informes del CGRI, esta plataforma ha sido utilizada en operaciones reales para monitorear los movimientos navales estadounidenses en el Golfo Pérsico, incluidos grupos de portaaviones como el USS Harry S. Truman, transmitiendo datos cifrados a través de enlaces de datos seguros autóctonos a los centros de mando de la CGRI-N.

Complementando al Mohajer-6, plataformas como el Ababil-5 operan dentro de esta capa. Con una autonomía de 10 a 12 horas, velocidad de 200 km/h, techo operativo de 5000 metros y capacidad de carga de 80 kg, el Ababil-5 está optimizado para el reconocimiento a baja altitud sobre el estrecho de Ormuz.

Operativo desde 2022, integra sensores EO/IR y radar de apertura sintética (SAR), lo que le permite ser eficaz incluso en condiciones meteorológicas adversas. En ejercicios anteriores, demostró clasificación automática de objetivos mediante procesamiento de imágenes basado en inteligencia artificial, diferenciando embarcaciones militares de las civiles.

En el ámbito operativo, estos UAV funcionan en redes coordinadas tipo enjambre, proporcionando cobertura de 360 grados. En escenarios de detección de grupos de ataque de portaaviones hostiles, como el USS Dwight D. Eisenhower desplegado cerca de aguas iraníes en 2025, los datos de puntería con precisión inferior a 5 metros se transmiten a las capas defensivas, permitiendo estrategias de enfrentamiento asimétricas.

Esta capa de reconocimiento reduce el tiempo de reacción de minutos a segundos, posibilitando la neutralización preventiva de amenazas antes de que ingresen a las aguas territoriales iraníes.

Segunda capa: defensa aérea integrada

Al superar el perímetro de reconocimiento, las amenazas aéreas hostiles se enfrentan a una densa y estratificada red de defensa aérea que convierte eficazmente las islas en una zona de exclusión aérea.

En el núcleo de esta capa se encuentra el sistema de defensa aérea de corto alcance Mayid, una plataforma autóctona operativa desde 2021. Utilizando el misil AD-08, el Mayid tiene un alcance de 8 a 10 km, altura de intercepción de hasta 6 km y puede atacar objetivos que se desplazan a velocidades de hasta Mach 2.

Diseñado para contrarrestar amenazas a baja altitud, como UAV, misiles de crucero rasantes y helicópteros de ataque, emplea guía electroóptica semiactiva, lo que permite intercepciones precisas incluso en la niebla densa típica del Golfo Pérsico.

Impulsado por sistemas de control de fuego asistidos por inteligencia artificial, el Mayid puede atacar simultáneamente hasta cuatro objetivos. Durante la guerra de 12 días impuesta a Irán en junio, supuestamente logró la mayor cantidad de derribos de UAV, interceptando con éxito plataformas israelíes como Heron, Hermes-900 y Hermes-450, con tasas de efectividad superiores al 90 por ciento.

Montado en plataformas móviles como el vehículo táctico Aras-2, el Mayid porta de 4 a 8 misiles con un tiempo de reacción inferior a 10 segundos. Integrado con radares de detección como el Kashf-99, forma una red de defensa altamente receptiva en Bu Musa y Tonb Mayor.

Esta capa se refuerza con sistemas como el 15 Jordad, con alcance de 45 km, y Mersad, la versión autóctona del sistema MIM-23 Hawk. Operativo desde 2019, el 15 Jordad puede rastrear seis objetivos simultáneamente y ha demostrado eficacia contra amenazas a media altitud, incluidos misiles de crucero, durante la guerra de 12 días.

El Mersad, equipado con misiles guiados por radar semiactivo e integrado con guerra electrónica (notablemente el sistema Basir), opera en Tonb Menor para perturbar señales hostiles. Durante el ejercicio Shahid Mohamad Nazeri, el Mayid interceptó con éxito UAV simulados a 500 metros de altitud, mientras que el 15 Jordad neutralizó amenazas de misiles de crucero entrantes.

Defensa aérea marítima móvil: el sistema Navab

El máximo exponente de la innovación en defensa marítima se materializa en el sistema Navab y su despliegue a bordo de lanchas patrulleras rápidas, introduciendo —por primera vez a nivel mundial— el concepto operativo de defensa aérea naval móvil.

El Navab, versión navalizada del misil Zubin, cuenta con un alcance de enfrentamiento de 15 km, una altitud de intercepción de hasta 8 km y capacidad para atacar objetivos que se desplazan a velocidades de hasta Mach 3. Instalado en embarcaciones de la clase Zolfaqar, derivadas del casco británico Bladerunner 51 adquirido en 2009, el sistema ofrece una movilidad sin precedentes. La lancha Zolfaqar mide 15,5 metros de eslora y 4,4 metros de manga, desplaza 10 toneladas y alcanza velocidades de hasta 60 nudos, impulsada por dos motores diésel de 1.500 caballos de potencia cada uno.

El Navab emplea un sistema de lanzamiento vertical (VLS) con cuatro celdas de lanzamiento, una innovación única a nivel mundial, que permite el disparo de misiles a alta velocidad sin reducir la maniobrabilidad. Radares de cúpula con cobertura de 360 grados, integrados con guiado combinado por radar semiactivo y electroóptico, proporcionan tasas de intercepción superiores al 85 por ciento.

La propulsión de baja emisión de humo y los sistemas de guerra electrónica a bordo refuerzan aún más su capacidad de supervivencia. Durante ejercicios recientes, el Navab interceptó con éxito objetivos UAV mientras maniobraba a 50 nudos, proporcionando un paraguas de defensa aérea móvil para las formaciones de ataque rápido del CGRI.

Capa ofensiva: doctrina de ataque por saturación

La capa ofensiva se basa en la ampliación del alcance de enfrentamiento mediante ataques de misiles por saturación.

En su núcleo se encuentra el misil de crucero antibuque Qader, operativo desde 2011, con un alcance superior a los 300 km y una ojiva penetrante de 165 kg. Mediante un sistema integrado de navegación inercial (INS) y guiado por radar activo, el Qader alcanza una precisión inferior a los 10 metros. Propulsado por un motor turborreactor autóctono y volando a Mach 0,9 en modo rasante sobre el mar, evade la detección de los radares hostiles.

Desplegado en lanzadores costeros móviles a lo largo de Bu Musa, el Qader puede atacar objetivos en lo profundo del océano Índico. Durante el ejercicio Shahid Mohamad Nazeri, destruyó con éxito blancos navales simulados a una distancia de 250 km.

Complementan al Qader los misiles Nasr y Qadir, que permiten tácticas de saturación. El Nasr, con un alcance de 35 km y una ojiva de 130 kg, se basa en el diseño chino C-704 y está operativo desde 2010.

El Qadir, con un alcance superior a los 300 km, refuerza la capacidad de ataque de largo alcance. Salvas combinadas de entre 20 y 30 misiles saturan sistemas enemigos como el Aegis y el Phalanx CIWS, garantizando el éxito de la misión.

Capa de corto alcance: municiones en vuelo estacionario y drones FPV

La capa final está compuesta por sistemas de ataque de precisión económicos, incluyendo drones FPV y municiones en vuelo estacionario. Los Shahed-131 y Shahed-136, operativos desde 2021, transportan ojivas de hasta 50 kg. El Shahed-131 pesa 120 kg, alcanza velocidades de 185 km/h y tiene un alcance de 900 km.

El Shahed-136, con un peso de 200 kg, una ojiva de 40 kg y un alcance de 2.000 km, es ampliamente considerado como un “drone kamikaze económico”. Operando desde bases subterráneas en Qeshm y Bu Musa, estas plataformas se despliegan en enjambres de 10 a 20 unidades, saturando las defensas enemigas.

Otros sistemas en vuelo estacionario, como el misil 358 propulsado por reacción, con alcance de 100 km y guiado autónomo, están especializados en roles de contramedidas contra UAV. Con un costo inferior a 20.000 dólares por unidad, estos sistemas convierten el perímetro defensivo en un denso campo minado aéreo.

Esta arquitectura defensiva estratificada demuestra con claridad que las islas del Golfo Pérsico no son solo símbolos de la soberanía iraní, sino bastiones clave de disuasión asimétrica.

La integración de los UAV Mohajer-6, los sistemas de defensa aérea Mayid, las innovaciones marítimas Navab, los misiles de crucero Qader y Nasr, y las municiones en vuelo estacionario Shahed, forma una red impenetrable.

Como quedó patente durante el ejercicio Shahid Mohamad Nazeri, la soberanía de Irán sobre estas islas constituye una línea roja, respaldada por tecnología autóctona y resolución nacional.

El Golfo Pérsico sigue siendo un escenario de voluntades en pugna, en el que Irán se encuentra plenamente preparado para responder de manera decisiva a cualquier amenaza, desmintiendo al mismo tiempo las afirmaciones infundadas sobre el trío de islas.

 


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.