La Comisión Económica y Social para el Asia Occidental (ESCWA, por sus siglas en inglés), una entidad dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solicitó un informe sobre la situación en que vive el pueblo palestino en los territorios ocupados, concluyendo, en parte del texto publicado el 15 de marzo, que “Israel ha establecido un régimen de apartheid que somete al pueblo palestino en su conjunto”.
Nada más publicarse, la cancillería del régimen arremetió contra la ONU y exigió que se retirase el documento, así como lo hizo la nueva embajadora de EE.UU. ante la ONU, Nikki Haley, que también lo condenó, y provocó con sus presiones la dimisión de la jefa de la ESCWA, Rima Khalaf. Seguidamente, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se distanció del informe, asegurando su portavoz que este "no refleja las opiniones del secretario general".
En mi opinión, tales tácticas son un reflejo de cómo se han debilitado las posturas de Israel en cuestiones tan controvertidas como los asentamientos, el uso de la fuerza excesiva, la residencia en Jerusalén (Al-Quds), las leyes y rediscriminatorios y el desvío de agua", concluye Richard Falk, autor del informe de la ESCWA.
El estadounidense Richard Falk, redactor principal de las 60 páginas en las que el informe condena el régimen de apartheid de Israel, cumplió años atrás la función de Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, y el lunes denunció los ataques a su informe en un artículo publicado por el portal Middle East Eye.
El académico cuestiona en él las reacciones contra su informe y asegura que, antes de ser publicado, la ESCWA lo envió a tres distinguidos expertos internacionales en Derechos Humanos y Derecho Internacional, que respondieron favorablemente sobre su valor académico.
Más allá de esto, Falk defiende que su análisis equivale “nada más y nada menos que a una interpretación académica de las prácticas israelíes”, y asegura que lo que demuestra la respuesta al informe, sobre todo, es que Israel y sus partidarios se niegan a participar en una discusión razonada sobre estos temas, prefiriendo "herir a los mensajeros en lugar de responder al mensaje".
Esta reacción, añade el académico, es parte de una tendencia adquirida en los últimos años por los partidarios de Israel, que se apresuran a cerrar la discusión crítica, en lugar de responder con argumentos sustanciales.
"En mi opinión, tales tácticas son un reflejo de cómo se han debilitado las posturas de Israel en cuestiones tan controvertidas como los asentamientos, el uso de fuerza excesiva, la residencia en Jerusalén (Al-Quds), las leyes y reglamentos discriminatorios y el desvío del agua", concluye.
En los territorios ocupados palestinos son comunes las prácticas discriminatorias del régimen de Israel contra la población palestina, las cuales han levantado críticas a nivel internacional, mientras que Tel Aviv, mediante las presiones de sus lobbies, trata de ejercer influencia sobre las decisiones y resoluciones de la ONU.
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