“Rusia y China nunca nos han impuesto sanciones, por lo que seguimos relacionándonos con ellos y ese es el mismo statu quo que nos gustaría tener con Estados Unidos”, ha dicho Mnangagwa en una entrevista con medios extranjeros en Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos (EAU), recogida este martes por varios medios.
Con esa declaración, el nuevo mandatario manifestó que el deseo de su Gobierno es mantener una relación de cordialidad con Washington pese a las hostilidades estadounidense que sufre su país, pero dejó claro que no descarta a Rusia y China como alternativas a un Estados Unidos adverso.
El jefe de Estado añadió que su Administración apuesta por que cada miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) mantenga lazos amistosos con los demás Estados miembros y, en esto, puntualizó que a él le gustaría que Estados Unidos se relacionara con Zimbabue en los mismos términos que a Harare querría hacerlo en sentido inverso.
Rusia y China nunca nos han impuesto sanciones, por lo que seguimos relacionándonos con ellos y ese es el mismo statu quo que nos gustaría tener con Estados Unidos”, dice el nuevo presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa.
Pero mientras tal situación se dé, explicó Mnangagwa, Zimbabue ve en Rusia y China, dos grandes actores internacionales en materia económica, posibilidades de interés para desarrollar su economía a nivel regional y mundial, a fin de reforzar sus diferentes sectores económicos propios.
En los últimos meses, Zimbabue y algunos países de la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC, por sus siglas en inglés) han pedido a Estados Unidos que eliminen el bloqueo económico ilegal impuesto a Harare desde hace casi dos décadas.
Estados Unidos recurre con asiduidad a imponer embargos económicos a aquellos países que no bailan al son de la Casa Blanca, como es el caso de Irán, Venezuela, Cuba y Rusia.
En mayo de 2018, el presidente estadounidense, Donald Trump, decidió unilateralmente retirar a su país del acuerdo nuclear firmado en 2015 entre Irán y el Grupo 5+1 formado entonces por EE.UU., Rusia, Francia, el Reino Unido y China, más Alemania, y en consecuencia reimponer a Teherán sus sanciones vinculadas al sector nuclear persa para presionar, en vano, a la República Islámica a fin de que aceptara nuevos términos.
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