Según afirman, las autoridades penitenciarias se niegan a ofrecer tratamiento a sus allegados aunque ello ponga en peligro la vida de los enfermos más graves.
En Egipto no existen presos políticos dicen las autoridades. Organizaciones independientes elevan a 60.000 el número de personas que languidecen en las cárceles del país por motivos ideológicos. Como el resto de internos, padecen el hacinamiento y las condiciones de insalubridad. La diferencia, sostienen sus abogados, es que se les prohíbe acceder a doctores y medicinas como castigo extrajudicial.
Conocidos activistas y prisioneros anónimos ven su salud deteriorarse día tras día según sus familiares. En un emotivo encuentro en la capital egipcia, El Cairo, han relatado los detalles de su padecimiento. Fátima al Kaliubi pasó meses sin conocer el paradero de su hijo hasta que le informaron de que se hallaba entre rejas.
Ante la concurrencia, Fátima rememoró cómo su hijo se quejó aquel día de serios problemas de visión. Alarmada, inició una cruzada legal para que las autoridades penitenciarias aceptaran examinarlo.
Los allegados de presos políticos en Egipto denuncian torturas en comisarías y cárceles. Detenidos que ingresan en prisión con buena salud, como el periodista Hamdy Mojtar aparecen deshechos en las jornadas de visita.
La salud mental de los presos es también fuente de inquietud para sus familiares. Aceleran su desgaste psicológico prácticas como el encierro en celdas de aislamiento y la incertidumbre ante procesos judiciales que se eternizan.
Rocío López, El Cairo.
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