El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Seyed Abás Araqchi, ha enfatizado que “la República Islámica de Irán no se negocia con un enemigo traidor y agresor que, en pleno proceso de diálogo, ha abandonado la vía de la conversación para recurrir a la amenaza y la agresión”.
De esta forma, el canciller persa ha aludido a Washigton que bombardeó a Irán en junio cuando estaba a punto de reunirse indirectamente con Teherán para continuar las negociaciones sobre el acuerdo nuclear.
Tras detallar la situación compleja de las rivalidades entre las superpotencias en el mundo, Araqchi ha enfatizado que “la diplomacia iraní sigue apoyándose en su legado histórico: firmeza en los principios y flexibilidad en los métodos, son rasgos constantes de la negociación iraní”.
También, ha aseverado que la experiencia de Irán ha demostrado que “ninguna crisis es absoluta ni existe un callejón sin salida permanente”. “La ventana de la diplomacia para Irán permanece abierta, activa y firme, incluso en los días más tormentosos”, ha agregado.
Al hacer alusión a las pautas del Líder iraní, Seyed Ali Jamenei, sobre la importancia de “mantener en alto la bandera del diálogo con dignidad, sabiduría y prudencia”, ha dejado claro que la negociación no es “un signo de debilidad, sino la continuidad del dominio de la razón”.
Al afirmar que el diálogo y la negociación son muy diferentes de “la prepotencia, la imposición y las órdenes autoritarias”, Araqchi ha recalcado que la condición para la continuidad y permanencia del diálogo y la negociación es “garantizar el compromiso con la diplomacia desde una posición de igualdad. “La clave del éxito de toda negociación radica en mantenerse fiel al principio de los intereses mutuos de ambas partes”, ha apostillado.
Ha aseverado que, en el pensamiento y la historia política de Irán, la diplomacia no es una herramienta temporal para salir de las crisis, sino una manifestación de racionalidad perdurable y un método para gestionar las relaciones entre las naciones.
A su juicio, “en nuestra tradición histórica, el diálogo se ha sustentado sobre tres pilares: dignidad, paciencia y equilibrio. La dignidad en el diálogo significa mantener el respeto nacional, incluso en circunstancias difíciles. La paciencia implica evitar decisiones apresuradas y reflexionar sobre las consecuencias de cada palabra. El equilibrio significa que la negociación no es un campo de retrocesos ni de obstinación, sino un espacio para encontrar el punto de encuentro entre la dignidad y la conveniencia”, ha explicado.
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