“Le di mucha ayuda. Le di un fuerte respaldo. Estamos obteniendo un FUERTE MANEJO de América del Sur”, dijo, con esa humildad tan característica de quien cree que el mundo gira en torno a su bronceado. Sí, “manejo”. Como quien habla de un coche. O de una colonia. O de un país que existe solo para que su ego tenga un nuevo espejo donde mirarse.
Porque para Trump, América del Sur no es un conjunto de naciones soberanas, sino un decorado exótico en su telenovela mental titulada El Gran Líder del Mundo Libre (y Propietario de Todo Lo que se Mueve). Y ahora, al parecer, el nuevo protagonista invitado es Javier Milei, ese libertario con pinta de haber salido de un casting para “Mad Max, la versión neoliberal”.
El Apóstol del Anaranjado
Milei, que hace de la exaltación una religión y de la motosierra un símbolo sagrado, recibió las palabras de Trump como quien recibe la confirmación de su fe. El libertario místico encontró a su Mesías en Mar-a-Lago. Y claro, cuando el profeta naranja habla, el discípulo grita “¡Viva la libertad, carajo!” mientras los mercados tiemblan y el dólar se ríe por lo bajo.
Resulta fascinante la coreografía, Trump desde su resort dorado, moviendo la boca como un ventrílocuo universal, y Milei desde Buenos Aires, moviendo las manos, los pelos y la fe con la devoción de quien cree estar participando en una cruzada espiritual contra los impuestos.
Uno con un control remoto, el otro con un micrófono y la mecha encendida. El guion es de comedia, pero el presupuesto, de tragedia, un expresidente que confunde la diplomacia con un reality show, y un presidente que confunde la economía con una sesión de espiritismo liberal. Dos egos enfrentados en un concurso por ver quién grita más fuerte la palabra “libertad” sin entender que la libertad también consiste en dejar de ser colonia.
El Sueño Libertario… Importado
Trump no respalda a Milei porque admire su política, ni siquiera sabe dónde está Argentina, probablemente cree que queda al lado de “Taco Bell”. Lo respalda porque se ve en él, otro tipo con delirio mesiánico, complejo de salvador y peluquín desafiante de la gravedad. Dos hombres convencidos de que el mundo los necesita urgentemente, cuando lo que el mundo necesita es que se tomen unas vacaciones muy largas… y preferiblemente sin wifi.
El discurso de Milei encaja perfectamente en el catálogo de exportaciones ideológicas de la ultraderecha americana. Gritos contra el Estado, fantasías de libre mercado absoluto y una fascinación casi erótica por la palabra “privatizar”. Trump lo sabe. Y lo celebra. Porque nada le gusta más que ver cómo el trumpismo se multiplica por el continente como si fuera una variante tropical de su propia vanidad.
“Estamos obteniendo un fuerte manejo de América del Sur”, dijo. Lo que, traducido del trumpiano, significa, “Encontramos otro títere que grita fuerte y me cita en entrevistas”. Imperialismo versión siglo XXI, ya no hace falta mandar marines, basta con mandar memes y manuales de autoayuda neoliberal.
Entre la Farsa y el Delirio
La dupla Trump–Milei es la versión política del crossover que nadie pidió, un episodio de Los Locos Adams dirigido por Ayn Rand y producido por Elon Musk. El primero se cree un profeta perseguido por el “deep state”, el segundo, un iluminado rodeado de comunistas imaginarios. Juntos, podrían fundar una iglesia. Y probablemente lo harán, con diezmos en dólares y sermones en mayúsculas. Ambos comparten algo esencial, la idea de que el ego personal es una forma de gestión pública. Trump se autoproclama emperador del hemisferio, Milei se ve a sí mismo como el exterminador del mal estatal. Y mientras tanto, los problemas reales, la pobreza, la inflación, la desigualdad, el sentido común, siguen esperando turno en una fila que no avanza.
El Espejo del Ridículo
Lo tragicómico del asunto es que Trump y Milei son el reflejo perfecto uno del otro: dos hombres atrapados en sus propios discursos, dos líderes que confunden liderazgo con griterío, y dos proyectos que prometen libertad pero reparten servidumbre. Una especie de alianza transcontinental entre el delirio y el despropósito. Trump se cree dueño del continente, Milei, su virrey espiritual. Uno da órdenes por televisión, el otro las convierte en política pública. Y ambos son ovacionados por una parte de la población que, cansada de todo, ha decidido que el caos con eslóganes al menos entretiene más que la realidad.
Epílogo, Control Remoto
América Latina, ese territorio que ha sobrevivido a dictaduras, FMI, golpes de Estado y telenovelas de narcos, ahora enfrenta su nuevo desafío, el neocolonialismo ególatra. Ya no llegan los conquistadores con barcos ni los generales con tanques. Ahora llegan los influencers políticos, con su bronceado de plutonio y su promesa de “hacerte libre” si te arrodillas lo suficiente. Así que enhorabuena, Argentina, ya no te gobierna solo un libertario furioso, sino un libertario bendecido por Trump. Un país manejado, literalmente, por control remoto. Y lo peor de todo es que el control… probablemente esté sin pilas.
Por Alberto García Watson
