Publicada: lunes, 27 de octubre de 2025 21:39

Catherine Connolly asume la presidencia de Irlanda con un firme rechazo al genocidio en Gaza y al militarismo de EE.UU. y la OTAN.

Por: Humaira Ahad

La tarde del sábado, en el Castillo de Dublín, visiblemente emocionada y entusiasmada, Catherine Connolly se levantó para saludar a sus simpatizantes, apenas unas horas después de que se anunciaran los resultados de las elecciones presidenciales irlandesas.

“Seré una presidenta que escucha, que reflexiona y que habla cuando es necesario”, dijo Connolly ante una multitud que la vitoreaba. “Juntos podemos forjar una nueva república que valore a todos y a todas”.

La política independiente de izquierda, de 68 años, obtuvo el 63 % de los votos, derrotando a su rival de centroderecha, la exministra Heather Humphreys.

La victoria de Connolly ha sido interpretada de manera generalizada como una señal inequívoca de que el electorado irlandés está preparado para una presidencia dispuesta a cuestionar los enfoques tradicionales de la política exterior, desafiar las controvertidas alianzas militares del país y devolver la justicia social al centro del discurso nacional.

Del Galway natal al Áras an Uachtaráin

La historia de Connolly comenzó en un barrio obrero de Galway, una ciudad portuaria en la costa occidental de Irlanda, como una de los catorce hijos de una familia que vivía en vivienda social. Su madre falleció cuando ella tenía solo nueve años, y su padre trabajaba en un astillero local para mantener a la familia.

Durante sus años de estudiante, Connolly fue voluntaria en una organización católica que asistía a personas mayores, al tiempo que asumía otros compromisos comunitarios. Más tarde obtuvo títulos en psicología clínica y derecho, y ejerció como abogada antes de ingresar a la política.

Su carrera política comenzó en 1999, cuando fue elegida miembro del Ayuntamiento de Galway por el Partido Laborista. En 2004 se convirtió en alcaldesa de la ciudad y, en 2007, abandonó el partido para continuar su trayectoria como independiente.

Durante nueve años fue diputada socialista de oposición en el Parlamento irlandés, ganándose una reputación por su discurso enérgico sobre la desigualdad y la política exterior, especialmente en lo relativo a las intervenciones militares occidentales.

Su ascenso a la presidencia representa un cambio generacional e ideológico. Es la décima presidenta de Irlanda y la tercera mujer en ocupar el cargo.

Su campaña contó con el respaldo de partidos de izquierda como Sinn Féin, el Partido Laborista y los Socialdemócratas, y logró una especial conexión con el electorado joven, que valoró su compromiso con la justicia social y su postura pro-palestina.

Postura pro-Palestina y crítica a Israel

Durante toda su campaña, Connolly se mostró abiertamente crítica con Israel, denunciando repetidamente el genocidio perpetrado en Gaza y calificando al régimen israelí de “estado terrorista”.

“Si en este Dáil no podemos reconocer que Israel es un estado terrorista, estamos en serios problemas”, declaró en un vídeo publicado en junio en la página de su campaña en Facebook, refiriéndose a la cámara baja del Parlamento irlandés.

En un acto de campaña celebrado en septiembre, vinculó la historia de colonización de Irlanda con su cautela ante las potencias extranjeras que pretenden dictar a un “pueblo soberano” cómo debe gobernarse, en referencia a Palestina.

“Vengo de Irlanda, un país con historia de colonización, y sería muy prudente a la hora de decirle a un pueblo soberano cómo dirigir su país. Los palestinos deben decidir de manera democrática quién quieren que los gobierne”.

Ese mismo mes afirmó que el Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), que ha liderado la lucha por la liberación frente al régimen colonial sionista, “forma parte del tejido del pueblo palestino”.

En diversas entrevistas, Connolly recordó que HAMAS fue elegido democráticamente en 2006, antes de que Israel impusiera el bloqueo a Gaza.

“Forman parte de la sociedad civil palestina”, explicó, añadiendo que los medios y otras instituciones dependen de las cifras de víctimas proporcionadas por HAMAS porque controla instituciones públicas como el Ministerio de Salud palestino.

Connolly ha condenado abiertamente a Israel por los crímenes de genocidio en Gaza y por sus agresiones militares en otras regiones de Asia Occidental, incluida su ofensiva no provocada contra la República Islámica de Irán en junio, que costó la vida a más de mil personas, entre ellas mandos militares y científicos nucleares.

Estas declaraciones y su crítica al régimen colonial y genocida israelí se convirtieron en un sello distintivo de su campaña.

Su firme defensa de Palestina y su compromiso con la justicia social resonaron con fuerza entre los votantes jóvenes, cada vez más comprometidos con los derechos humanos globales.

Cuestionando a Estados Unidos y a la OTAN

Las posturas de Connolly van mucho más allá de Asia Occidental. Ha criticado de manera constante la implicación de Estados Unidos en guerras financiadas por su complejo militar, que sostiene operaciones en todo el mundo.

“El genocidio fue posible y financiado con dinero estadounidense”, declaró en el debate presidencial televisado final.

Cuando se le preguntó cómo recibiría al presidente estadounidense Donald Trump, propietario de un resort de golf en Irlanda y con planes de visitarlo el próximo año con motivo del Irish Open (Abierto de Irlanda, el principal torneo de golf del país y uno de los más prestigiosos del circuito europeo), Connolly respondió:

“Si se trata solo de un saludo protocolario, lo haré. Pero si la conversación es sobre genocidio, eso es algo completamente distinto”.

En una entrevista en agosto, criticó las políticas hegemónicas de Estados Unidos y describió a Trump como “volátil, impredecible y con actitudes de matón”, advirtiendo que el costo humano de la guerra genocida respaldada por Washington en Gaza estaba siendo ignorado.

“¿Tengo un problema de confianza con Estados Unidos? Creo que todos en este país lo tenemos. Tenemos a un presidente Trump volátil, impredecible, que actúa como un matón e impone aranceles cuando le conviene”, afirmó.

Connolly comparó la crisis humanitaria en Gaza con la hambruna irlandesa de 1845: “Seguimos hablando de las consecuencias de los aranceles, pero nunca de las consecuencias del genocidio… En Gaza se ha creado una hambruna provocada por el hombre, como en Irlanda en 1845”.

También ha sido crítica con el complejo militar-industrial occidental. En el Parlamento y en declaraciones públicas ha mostrado su escepticismo ante la OTAN y la creciente militarización de la Unión Europea (UE) tras la guerra por poderes en Ucrania.

Trazó paralelismos entre las actuales políticas de rearme europeo y los procesos de militarización de la Alemania nazi en los años treinta, y cuestionó la expansión hacia el este de la OTAN.

Sostuvo que Estados Unidos, el Reino Unido y Francia están profundamente implicados en el comercio global de armas y que sus decisiones de política exterior responden a intereses industriales:

“Lo que hay detrás de su motivación es la industria armamentística, más guerra y más beneficios. Eso hay que denunciarlo una y otra vez”.

En el Parlamento, Connolly ha denunciado las consecuencias humanas de las intervenciones militares y de las políticas occidentales, no solo en Gaza, sino también en Siria, país que visitó en 2018.

Ha presentado su oposición a ciertas potencias y alianzas militares occidentales como una continuación del compromiso histórico de Irlanda con la neutralidad.

La nueva presidenta ha subrayado además su intención de defender la tradición irlandesa de neutralidad militar, frente a las presiones para que el país contribuya más a la defensa europea.

Durante su campaña, insistió en la necesidad de celebrar un referéndum sobre el plan gubernamental para eliminar el llamado “triple candado”, que condiciona el despliegue de soldados irlandeses en misiones internacionales.

Reacciones nacionales e internacionales

La elección de Connolly ha suscitado reacciones en todo el espectro político irlandés.

Heather Humphreys, su rival de centroderecha, declaró que Catherine será “una presidenta para todos nosotros, y también será mi presidenta. Le deseo lo mejor, de todo corazón”.

Un miembro de la izquierda irlandesa comentó: “Catherine Connolly es la nueva presidenta de Irlanda, a pesar de los esfuerzos de los medios dominantes, que hicieron todo lo posible para detenerla. Se opuso a la militarización de la UE, a la maquinaria bélica de la OTAN y al imperialismo occidental”.

El cineasta irlandés Sean Murray celebró el resultado: “Una victoria contra el corporativismo, los criminales de guerra, la corrupción y todas las artimañas del establishment. Pero, sobre todo, una victoria rotunda para el pueblo irlandés”.

Observadores internacionales han destacado la relevancia de sus posiciones en política exterior.

La cobertura mediática describe a Connolly como una voz firme contra el genocidio en Gaza, crítica con el régimen israelí y recelosa de las intervenciones de la OTAN y Estados Unidos.

Su elección refleja la convergencia de varios factores: el creciente descontento ante la desigualdad, el apoyo a una política exterior neutral y la movilización de votantes jóvenes que respaldan una agenda social y diplomática progresista.

Connolly ha prometido centrarse en la escucha y la reflexión, afirmando que “Juntos podemos moldear una nueva república que valore a todas las personas, que celebre la diversidad y que confíe en nuestra identidad: nuestra lengua irlandesa, nuestra lengua inglesa y las nuevas comunidades que han llegado a nuestro país”.

A nivel interno, expertos consideran que su presidencia reforzará la visibilidad de las posiciones de izquierda en torno a la justicia social, la igualdad y la inclusión.

En el ámbito internacional, su liderazgo apunta a una Irlanda más firme en cuestiones humanitarias, en coherencia con las convicciones que ha sostenido a lo largo de su carrera.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.