La familia de Armita desmintió los rumores sobre la detención de la madre de la joven. Sus padres subrayaron que no tienen ninguna restricción para ver a su hija, que se encuentra en coma en un hospital de Teherán a consecuencia de sufrir un traumatismo en el metro.
Asimismo, expresaron su descontento por los rumores que se difunden sobre su hija y las fotos que han publicado de ella en las redes sociales y medios occidentales.
Todo ocurrió a las 7 de la mañana del domingo 1 de octubre, cuando la joven Armita Garavand, una estudiante de 16 años, acompañada por dos amigas, esperaba la llegada del metro en la estación de la plaza Shohada en Teherán (capital).
Según las imágenes de las cámaras de seguridad, compartidas por la Compañía Operadora del Metro de Teherán, al llegar el subterráneo, las tres jóvenes caminaron hacia el tren desde el andén.
Justo cuando Armita estaba a punto de entrar a la cabina, pierde el equilibrio, y se desmaya a causa de una bajada de tensión. Sus amigas y otros pasajeros arrastran a la joven inconsciente fuera de la cabina, y llaman a una ambulancia.
Minutos después, el equipo de emergencia llega al lugar y luego de las medidas iniciales y tras estabilizar el estado de la adolescente, la trasladaron a un hospital.
Entretanto, los medios extranjeros y occidentales insisten en atribuir el incidente a un supuesto altercado con las autoridades del metro de la capital por no llevar el velo, una versión rechazada tanto por la familia de Armita como las autoridades iraníes.
A estos se sumaron las autoridades de Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido, lanzando este tipo de acusaciones, lo que recuerda una campaña que lanzaron contra la Policía y el Gobierno iraníes, en el caso de Mahsa Amini, una joven de 22 años, quien su muerte repentina bajo custodia policial en septiembre de 2022 fue instrumentalizada por tales países y sus socios para desatar los violentos disturbios en el país durante meses.