Todo ocurrió a las 7 de la mañana del domingo 1 de octubre, cuando la joven Armita Garavand, una estudiante de 16 años, acompañada por dos amigas, esperaban la llegada del metro en la estación de la plaza Shohada.
Según imágenes de las cámaras de seguridad, compartidas por la Compañía Operadora del Metro de Teherán, al llegar el subterráneo, las tres jóvenes caminaron hacia el tren desde el andén.
Justo cuando Armita estaba a punto de entrar a la cabina, pierde el equilibrio, y se desmaya a causa de una bajada de tensión.
Las amigas de Armita y otros pasajeros arrastran a la joven inconsciente fuera de la cabina, y llaman a una ambulancia.
Minutos después, el equipo de emergencia llega al lugar y luego de las medidas iniciales y tras estabilizar el estado de este adolescente, la trasladaron a un hospital.
Entretanto, los medios extranjeros y occidentales insisten en atribuir el incidente a un supuesto altercado con las autoridades del metro de la capital por no llevar el velo.
Sin embargo las imágenes de las cámaras de seguridad, que también grabaron minutos antes del subir al tren, no muestran signos de cualquier conflicto verbal o físico entre Armita y los pasajeros o el personal del metro.
El tiempo entre la entrada de Armita al vagón y su desmayo no dura más de tres o cuatro segundos, y básicamente no se puede argumentar o pelear en ese corto plazo.
Los empleados del metro de Teherán siempre permanecen dentro de la estación y nunca están presentes dentro de los vagones del metro.
Pese a ello, según la prensa oficial, lo que se ve claramente es el esfuerzo de medios antiraníes por publicar rumores falsos e incitar disturbios, abusando la cuestión del hiyab.
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